León y Andrés llevan 65 días sin salir, a pesar de que en la provincia de Buenos Aires se permitió que los menores acompañen a los padres a hacer compras a comercios de cercanía. Su papá, Axel Kicillof y su mamá, Soledad Querehilac, mantienen una cuarentena inflexible para su familia ante el avance del coronavirus en el país.
El vencimiento de una etapa más del aislamiento nacional el 24 de mayo está lejos de significar mayores flexibilizaciones en la provincia de Buenos Aires. La cuarentena no sólo continuará en el Conurbano, sino que ya hay distritos del interior que decidieron dar marcha atrás con algunas habilitaciones, como los paseos recreativos. Kicillof tiene un solo objetivo: las nuevas aperturas tendrán que ver con la habilitación de industrias. “Era prioritario poner en marcha el proceso productivo, porque constituye el 53% de la industria nacional”, dijo el gobernador esta semana al asistir a la reapertura de una empresa automotriz en General Pacheco. Las últimas habilitaciones que permitió en el GBA no fueron suficientes para algunos intendentes que reclaman mayores flexibilizaciones en rubros como peluquerías, textil y casas de deportes.
Sin embargo, el gobernador pretende seguir en los próximos días con las mismas restricciones. Evaluó el avance del virus en las zonas más vulnerables junto al gabinete nacional y el porteño. Allí habrá más testeos y pocas aperturas nuevas. Kicillof reniega de quienes hablan de comenzar a salir de la cuarentena. Admite que el 20 de marzo no estaba tan convencido de iniciar el aislamiento decretado pero detalla que tomó conciencia de su importancia pocos días después. Ahora entiende que este es el peor momento para levantar restricciones y se muestra duro ante la posibilidad de que el propio presidente, Alberto Fernández avale nuevos pedidos que pueden llegar de Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, cree que su postura firme ayudó a que esto no suceda.
Insiste con lograr mayores controles en el uso de transporte público aunque prefería que los bonaerenses no se trasladen a Capital Federal para trabajar. Incluso, pretende evitar el traslado entre distintos distritos de la provincia. Habla de una “cuarentena comunitaria” en la que los habitantes de los municipios puedan permanecer en sus territorios.
El gobernador repite a diario el ritual de los cuidados que hay que tener: Se lava las manos varias veces al día, incluso puede hacerlo hasta dos veces en una hora. En cada actividad oficial aprovecha para comprobar que no tiene fiebre y le exige a sus funcionarios que siempre lleven puestos sus barbijos. A cada uno de los que ingresa a la Casa de Gobierno en La Plata también se le debe medir la temperatura corporal. Pide cumplir con todo el protocolo sanitario y de distanciamiento social, aunque las visitas a un hospital nuevo o una fábrica que reabre muchas veces se vuelven incontrolables, al igual que lo que sucede con las visitas de Alberto Fernández.
Un equipo integrado por su custodia y comunicación son los encargados de verificar que los protocolos funcionan antes de que el jefe provincial llegue a los lugares previstos. Esta semana, al bajar del helicóptero para visitar una empresa automotriz en Pacheco, Kicillof volvió a medirse la temperatura y caminó de inmediato hacia una máquina dispensadora de alcohol en gel. Para el celular y la pantalla de la computadora, usa alcohol diluido en agua al 70 %.
Desde su asunción el 10 de diciembre de 2019, Kicillof y su familia se instalaron en la residencia del gobernador en la Plata. Iban a regresar a Capital para que León y Andrés retomen la escuela, pero el coronavirus hizo que permanezcan en La Plata. Durante el verano, los hijos del gobernador y su mujer, Soledad, solían visitar el bosque de esta ciudad en bicicleta. Pero estos paseos recreativos se terminaron y desde el 20 de marzo, su familia no sale de la vivienda ubicada en calle 5. Una semana atrás, el jefe provincial habilitó las compras en locales de cercanía con niños, algo que por ahora él prefiere evitar.