Los modistos no improvisan. Otean y respiran el mundo y recién después deciden “tonos” y anuncian tendencias. Esta vez no dudaron: se vienen los colores fríos. ¿El morado? ¿El plomo? ¿El violeta? Cualquiera. El más frío. Cálidos no quedan. Bush, Madoff y Kirchner se afanaron todo el rosa que había en la gaveta del 2009.
Ahora hay que arreglarse con negro, verde musgo, grises. Ni soñar con duraznos o rojos. La paleta de colores del mundo ( y del país) se enchastró como nunca antes. Se viene un año muy “tierra”. Destacarán el marrón, el humo, el “caca”. La pituitaria de la moda es tan sensible como un violín.
En zapatos, la onda indica “gamuza negra” y “mucho reptil”. Los modistos saben que la especie está bajo alerta meteorológico. O (sin metáfora) que la rapiña superó todos los guiness de la historia. Vaya si ejemplos hay. Dick Fuld, capo mafia de Lehman Brothers se metía en los bolsillos 17.000 dólares por hora (sic).
El ex bañero Madoff desplumó 65.000 millones de dólares a 5.000 avaros adictos a sus burbujas de colores. Aquí, un ex prestamista se devora el país en pedacitos con su mujer adentro. Su angurria es infinita. ¿Qué le habrá pasado de chico a Kirchner para desesperar por el vil argento como desespera? (El chico patagónico que le robó los juguetes que se los devuelva) El personaje más ténebre de la última Argentina juega con la democracia como gato cebado con ratón sin reflejos.
La ley no está en sus usos y costumbres. Su verbo es “decretar”. Hace 10 días quejóse en Catamarca “¿Por qué adelantan las elecciones? ¿Tienen miedo de perder?” Y ahora copia lo mismo que atacó. Nada lo inmuta. Es el señor Decreto Ley. Y su esposa real se llama Caja. En 2006 mandó al novicio Massa con dinero del ANSéS a sponsorear la reelección de Rovira. En 2009 al sucesor de aquel (Boudou) a ofrecer créditos y viviendas a jubilados de….Catamarca.
El operativo fracasó. Pero el émulo patagónico de Fuld y Madoff armó en el acto un cuento del tío de reemplazo. Tiene claro que la memoria local dura un día. Que en el tiempo que en que se disputa una Copa en tenis, un quilombete en la selección o un desamorío en la farándula, bien puede cambiarse la Constitución sin que despierte más drama que las frases agudas de Aguad, las lavadas de Binner o las sonoras de Carrió.
Con el mundo a la espera de un tsunami y el gobierno jugando a “la gallina ciega”, el Cajero Mayor del Río de la Plata dispuso volcar el dinero de sus vasallos en campaña feroz. La secta de los Hare Kirchner entró a darle con fuerza a la pandereta. En una noche brotaron como hongos afiches que glorifican al Gran Embaucador. Las encuestas lo dan 10 puntos abajo, pero no le quita el sueño. Confiado en que “el dinero es la leche materna de la política” lanzó Su Operativo Clamor. Sus emisarios ya ajustan el truco electoral. ¿Oponérsele? ¿Quién? ¿El fiscal Garrido? Imposible. Renunció por decir que “la corrupción oficial tiene una impunidad casi absoluta”. Kirchner no es Fund ni Madoff. Es pingüino cruzado con toro. Y de amianto.
* Especial para Perfil.com.