Poco duró el vientecillo de cambio que sopló desde el atril del Gobierno tras la derrota del pasado 28 de junio. El ex presidente Néstor Kirchner volvió a tomar la iniciativa y planea remixar la estrategia que utilizó en 2003 cuando tuvo que tomar las riendas de un país en crisis, con un escaso 22 por ciento de los votos. Volver a las fuentes para él significa replegarse otra vez en los organismos de derechos humanos, los piqueteros y los intelectuales afines, ahora nucleados en la agrupación Carta Abierta. También significa diluir el sentido del diálogo al que convocó el Gobierno con acciones forzadas, como la de la renovación de las facultades delegadas.
El electo diputado nacional no sólo puso en marcha un explicito discurso cuando el jueves dijo que “dialogar no significa conceder ni ponerse de rodillas”, sino que además respaldó su mensaje con una inyección de simbólicas fotografías: reapareció junto a las Madres de Plaza de Mayo inaugurando obras en el sur del territorio macrista, en el barrio porteño de Villa Lugano; toda una puesta en escena del kirchnerismo más puro.
A pedido de Kirchner, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, se comunicó con Hebe de Bonafini para que haga de la inauguración de viviendas “un acto para el retorno de Kirchner”.
Pero esta es la tercera vez que el electo diputado se muestra públicamente en las arenas políticas después de la derrota del 28-J. Antes lo había hecho con sus amigos de Carta Abierta en el Parque Lezama y más tarde reapareció en una reunión con intendentes en Quilmes.