A casi un año de las elecciones, la relación entre Néstor Kirchner y Daniel Scioli atraviesa un mal momento. Prácticamente no se hablan. Hay enojos y reproches mutuos. El ex presidente acumula bronca porque –asegura– el gobernador no se juega en las leyes claves para el oficialismo, como la de medios o el matrimonio homosexual.
También le factura que tiene fuera de control a los peronistas no kirchneristas, que hace un mes barrieron con parte del personal de Alberto Balestrini en el Senado bonaerense y colocaron al ex cuñado de Felipe Solá a manejar la caja de la Legislatura ($1.000 millones al año). El ingreso de José “Toco” González Fernández a la Dirección General de Administración llegó a oídos de Néstor, quien puso el grito en el cielo.
Fue una maniobra con el sello de Federico Scarabino, vicepresidente primero a cargo del Senado, ante la ausencia de Balestrini, que sigue internado grave tras su accidente cerebro vascular.
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