“Chicha” Mariani está cansada. Dice que ya no puede caminar tanto como antes y que le hubiera encantado asistir al funeral del ex presidente Néstor Kirchner, pero su cuerpo no se lo permite. Prefiere reservar toda la fuerza que le queda en buscar a su nieta, Clara Anahí. María Isabel Chorobik de Mariani -nombre completo de “Chicha”- sospecha que Marcela Noble, hija de la dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, es esa beba a la que ella cuidó con tanto amor hasta que los militares -a quienes se referirá todo el tiempo como los “esbirros”- la secuestraron después de asesinar a su madre de un tiro por la espalda.
“En la casa de mis padres y en la mía siempre comprábamos Clarín toda la vida. Ahora no compro Clarín, nunca más”, dice ‘Chicha’, que está preocupada por sus 87 años. “Y, faltan tres para los 90”, suspira la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. Tiene la mirada perdida y está casi ciega. Su vida se reduce a Clara Anahí. Quiere saber que pasó con ella y no pasa un día de su vida sin acercarse un poco más a la verdad. “La verdad es la verdad y hay que buscarla”, comenta mientras acaricia el asa de su taza de agua que no tomará en ningún momento, al igual que el café descafeinado que descansa en un jarrito a su lado.
Día D. De su memoria auditiva jamás se borrará la noche del 24 de noviembre de 1976. “Fuerzas armadas, policías, bomberos, marina, aéreos, personas de civil, patotas, más de 200 personas rodearon la casa de mi hijo acá en La Plata y la tirotearon durante cuatro horas”, relata Chicha, que oyó todo, pero jamás imaginó que la casa que estaba siendo atacada era la de su hijo, donde estaba su nuera Diana con Clara Anahí, su nietita. “Estaban ahí Camps, Etchecolatz y otros esbirros, sería largo de enumerar”, dice con remordimiento.
Habían bombardeado la caza con una bazuca y el proyectil atravesó toda la casa. “En el patio y por la espalda mataron a Diana, que cae y la nena queda debajo de ella. A Clara Anahí la encontraron cubierta en sangre ajena, era la sangre de Diana”. “Chicha” explica que “veintitantos años después” una persona que vio todo se animó a contarle lo que sabia: “Vio cuando un hombre grandote corría hacia una camioneta, se abre la puerta, reciben el bultito que llevaba en un brazo y en el otro brazo tenía una ametralladora, el testigo dice que iba con una cara de enloquecido”. Era Carlos “el Oso” García, señala, lugarteniente del policía Juan Fiorillo, el hombre que le llevó “a Marcela a los Noble desde La Plata”.
El 14 de octubre “Chicha” le escribió una carta abierta a Ernestina Herrera de Noble. “Caso Herrera Noble, desmienten vínculo de una abuela”, se titulaba la información publicada en el diario Clarín, que decía que “cronológicamente era imposible” que Marcela Noble fuese su nieta Clara Anahí. Enseguida tuvo bronca. Sintió que el diario la trataba de tonta, amparándose en documentación apócrifa y de datos falsos. “ No quiero morirme sin reencontrarme con mi nieta, y creo que es posible que Marcela y Clara Anahí sean la misma persona”, afirmó y cerró su mensaje con una plegaria: “Permita que Marcela se realice los exámenes para que se sepa de una vez y para siempre quién es esa joven”.
-¿Por qué decidió enviar una carta a Clarín?
-Fue una reacción lógica después de ver lo que habían publicado. A veces pienso si me creen tonta o porque tengo muchísimos años no pienso. Publican una cosa tan infantil como que yo debiera tener en cuenta la fecha de nacimiento que figura en la partida de adopción de Marcela. Pero el juez Marquevich probó que está falsificada. Tengo todo el derecho del mundo a pensar que puede ser Clara Anahí como puede ser cualquiera de las criaturas nacidas en cautiverio. Todas tenemos el derecho de pensar lo mismo. Está bien que sepan que soy bastante ciega ahora, pero tonta todavía no.
-¿Cómo fueron esos días en los que empezó a buscarla?
-Lo primero, por supuesto fue ir a la Iglesia, como todas las personas que perdimos los hijos o los nietos. Cuando iba a buscarla, me decían que no la buscara más, que estaba en un lugar de tanto poder, que no se la podía buscar. Finalmente se enojaban porque yo insistía y finalmente alguno me echó. Me decía que había que rezar y yo insistía en que no sólo quería rezar, quería buscar a mi nieta.
-¿Por que cree que Marcela no se hace los análisis?
-Creo que debe haber algo muy terrible detrás de todo. Por qué no se hace el análisis y así todo el mundo seguiría su camino y se terminaría el sufrimiento de tanta gente. Eso es lo más simple, lo más lógico, lo humano, y lo que yo esperaba que hicieran, pero sin duda se están tapando muchas cosas. Me pregunto ¿habrá más chicos en esas condiciones en ese grupo? ¿O qué secreto se guarda detrás de eso? Se teme que la señora de Noble vaya detenida, lo merecería si ha cometido el crimen de quedarse con niños ajenos, pero tiene casi la misma edad que yo y ya no iría a la cárcel.
-¿Qué opina de la jueza Sandra Arroyo Salgado?
-Por la actuación que he visto, me parece muy buena jueza, y confío que pueda encontrar el mejor camino para terminar con estas incertidumbres.
-¿Qué sintió cuando vio a Marcela y Felipe en televisión hablando del caso?
-Primero te voy a decir que me dio muchísima pena ver a los chicos mintiendo. Porque ya le deben haber dicho quienes son. Sería lo humano. Se dice por ahí que la SIDE tiene la respuesta pero esos son de los tantos rumores que uno puede o no creer.
-¿Qué opinión tiene del rol del Gobierno en la causa?
-Con este gobierno se abrieron puertas, siento un gran agradecimiento porque nos dieron un subsidio a la Asociación Anahí para restaurar la casa de mis hijos porque se estaba viniendo abajo. Pero también digo que faltó encontrar a los desaparecidos. A mi nieta la busqué sola, con mis compañeras de ruta. Ningún gobierno la buscó.
-¿Cree que la muerte de Kirchner puede perjudicar la búsqueda de verdad?
-Pienso que Cristina va a seguir cómo estaba trabajando. Ha sido una buena Presidenta. Pero yo quiero que me la encuentren, ya que no he podido encontrarla yo, que me digan dónde está. Ya estoy perdiendo las esperanzas.
-¿Alguna vez le pidió un encuentro a Ernestina Herrera de Noble?
-No me hubiera recibido sin duda. Pero con Marcela me hubiera gustado mucho hablar, no para presionarla, sino porque si es mi nieta, me gustaría verla antes de partir. Pero creo tampoco me recibiría y no me gusta que me cierren las puertas.
-¿Qué le hubiera dicho a Marcela?
-No lo sé, esa es una cosa que nunca se tiene preparada. Sale en el momento o no.
-¿Recibió alguna respuesta a la carta que envió?
-Hasta ahora no. Ojala fuera una respuesta que diga que sí se van a hacer los análisis, pero es una ilusión. ¿No sería lo lógico?. Que dijeran: “Sí, hacemos los análisis y todo el mundo tranquilo”. Sería un gesto muy bueno de la señora de Noble. Si ella lo dice, los chicos se hacen la prueba sanguínea.
-Hace poco Ernestina Herrera fue abuela. Usted es una abuela que busca a su nieta. ¿Espera algún gesto de ella, de abuela a abuela?
-No. Sabes por qué no espero, porque tiene mucho que ocultar. Hay muchas cosas que recién ahora están empezando a aparecer. Debe haber muchas más por eso tanto ocultamiento. Sino por qué llegar a este extremo, la chica debe estar sufriendo, el chico también, porque todo esto duele, por qué no terminar con todo aclarándolo, si son hijos de desaparecidos tomarán o no contacto con la familia, según quieran o no quieran. Si no son hijos de desaparecidos quedan tranquilos y también las familias, las que buscan y las de ellas.
Mensaje en las venas. En un álbum de tapa verde que guarda en un placard “Chicha” atesora sus recuerdos más preciados: las fotos de su nieta, Clara Anahí, su hijo Daniel -asesinado en 1977- y su nuera Diana. Cuenta que Marcela Noble tiene muchos rasgos parecidos a su familia y de repente se le esboza una sonrisa en la cara.
“Yo siempre tuve problemas con las extracciones de sangre. No me encuentran las venas. Leí el otro día que cuando le hicieron los análisis no le pudieron sacar sangre porque tiene problemas en las venas. Como yo. No pude menos que sonreírme porque es un puntito más”, se esperanza, mientras sigue acariciando el asa de tu taza de agua intacta.
(*) de la redacción de Perfil.com