A través de un acuerdo gestionado por el ministro de Planificación Julio de Vido, la firma energética estatal Enarsa se asoció con una empresa fantasma para importar gasoil y fueloil de Rusia. La carta de intención se firmó en presencia de De Vido el 10 de diciembre último en Moscú, durante la visita de la presidenta Cristina Kirchner a Rusia y, de concretarse, implicaría una inversión de US$ 500 millones de la petrolera rusa Lukoil a cambio de que Enarsa le compre combustible durante cinco años por una cifra aún no calculada.
La empresa misteriosa se llama Pobater. Y Jorge Sambucetti, su representante y partícipe de la firma de la carta de intención con Lukoil en el marco de la visita de Estado de Cristina Kirchner en diciembre, asegura no saber quién es el dueño de la empresa, ni dónde tiene sede (ver aparte). Sambucetti es el dueño de Rutilex Hidrocarburos Argentinos S.A., más conocida como RHASA. Si el empresario firmó en nombre de Pobater y no en el de su compañía fue porque la nebulosa existencia de la primera es incluso más potable que la fama de Rutilex.
Pero también podría obedecer a que las titularidad real de la compañía debiera ser mantenida fuera del escrutinio público.
Alguna vez próspera, RHASA es en la actualidad una ruina (ver aparte). Con sus empresas relacionadas acumularían 76 pedidos de embargo iniciados por la AFIP y la DGI por casi $ 105 millones. Tendría 20 pedidos de quiebra iniciados por ex empleados y proveedores que no lograrían cobrar sus facturas. Tiene deudas catalogadas como “irrecuperables” por $ 5,4 millones con tres bancos distintos, según el Banco Central. Y la bonaerense ARBA registra en su página web deudas al Impuesto Inmobiliario por valor de $ 54.342 y al Impuesto a los Ingresos Brutos por $ 43.849.
La red de casi 150 estaciones de servicio embanderadas con sus colores hoy son dos, y tienen los colores de la venezolana PDVSA y Enarsa, fruto del frustrado intento de Néstor Kirchner y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por crear una energética binacional. Por último, fue protagonista de una resonante investigación por evasión impositiva en 1999.
Más allá de ello, RHASA cuenta con una planta de 90 hectáreas en Campana que será el punto de amarre de los barcos que traigan el combustible de Lukoil. Pero por su estado financiero y fiscal, no era la empresa indicada para mostrar en un acuerdo internacional, ni siquiera en Moscú. Acudió la misteriosa Pobater.
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