POLITICA

La carta desde prisión que no logró unir a los tres hermanos Schoklender

La escribieron Pablo y Sergio para Ana Valeria, tras asesinar a sus padres. Ella se cambió el nombre y se alejó para siempre. El texto completo.

0813schoklenderg
| Cedoc

Esta semana se publicó por primera vez en 30 años la imagen de Ana Valeria, hermana de Pablo y Sergio Schocklender, tras el doble asesinato de sus padres. Una foto que no la mostró por completo, ni reveló su nueva identidad (se cambió el apellido), pero que desnudó los pormenores de su vida tras separarse definitivamente de sus hermanos parricidas.

El diario Libre hizo pública esa imagen, y hoy revela el texto de una carta que los hermanos Schoklender le enviaron cuando estaban en la cárcel, tras matar a sus padres. En efecto, ellos intentaron varias veces acercarse a su hermana, pero nunca lo lograron.

A continuación, una de las cartas que le enviaron a Ana Valeria en 1983:

"Valeria, querida hermanita Valeria.

Sé que, a pesar de todo lo que se dijo –y se dice– estás con nosotros. Sos una criatura llena de bondad, tal vez tanta, que no tenga cabida en el mundo que vivimos.

Tu recuerdo hace huir la soledad, así como la luz espanta a las tinieblas. Recuerdo con ternura tus primeras ilusiones, tu ingenuidad y candor. También pienso en tus temores, en aquella expresión de melancolía que te hacía tan adorable y necesitada de protección. Sé que has crecido en la adversidad. Deseo que tu compañero te brinde el apoyo que necesitás, que te proteja de los malignos y los usufructuadores del dolor ajeno.

(Estábamos, un día ya lejano, en una confitería de la avenida Cabildo. Vos habías pedido una cola y un tostado. En una de esas se acercó un pibe de la calle y te pidió un pedazo de sándwich. Cuando se lo entregabas, llegó el mozo y espantó al pedigüeño. Aquella vez te pusiste llorosa y me preguntaste cómo era posible que un pibe tuviera hambre. Así eras).

Valeria, querida hermanita, nada ni nadie me quitará el afecto que siento por vos. Aquella vieja unidad fraterna, aquel pacto de solidaridad, que concertamos los tres, sigue vigente para mí. Si alguna vez el destino nos permitiera el reencuentro, yo sé que nuestros sentimientos no habrán cambiado. Por mi parte seguiré siendo tu hermano, amigo y confidente.

También sé que harás carrera dondequiera que trabajes. Vos heredaste la constancia, la lucidez y la firme voluntad de nuestro padre. Ahora está cayendo la tarde y se escucha un repiqueteo mecánico en muchos sectores. No son campanitas, hermana mía, son cerrojos. Todos y cada uno de ellos me separan de vos. Cerrando los ojos imagino que son el “tintín” de las campanitas que colgabas del árbol de navidad.

Valeria: no nos olvides. Hace miles de años el mundo fue estremecido por grandes cataclismos. Cayeron montañas, fueron destruidas ciudades y poblados enteros se hundieron en los mares. Pero la humanidad volvió a construir sobre las ruinas. Así lo haremos nosotros. Creo que ese “comenzar de nuevo” acontecerá. Algún día, en alguna parte.

Valeria: somos tus hermanos, somos Sergio y Pablo. Te queremos."