Con la aprobación de la reforma impositiva, la CGT celebró su vuelta a la centralidad política, que hoy se va a escenificar con un brindis de sus jefes principales con el presidente Mauricio Macri en la quinta de Olivos. Será a las 12 y, además del triunvirato, estarán otros miembros del Consejo Directivo, como Gerardo Martínez, Andrés Rodriguez y José Luis Lingeri.
El regreso de la CGT al centro del ring político se concretó tras dos movimientos que habían sido considerados como un doble desaire del oficialimso y la oposición.
Al Gobierno se le reprochaba no haber respetado las promesas de consensuar una reforma. Una calificada fuente sindical dijo que la presentación no sólo los tomó a ellos por sorpresa, sino también a sus principales interlocutores del oficialismo, que se habían comprometido a trabajar el tema en conjunto. Al massismo, algunos sectores, especialmente del transporte, le cuestionaron privilegiar las “especulaciones políticas”.
El Gobierno, tras el traspié en el Congreso, restituyó al gremialismo el rol central de contraparte con la cual consensuar cualquier reforma. El peronismo legislativo, en todas sus vertientes, le concedió la posición de ser quien daría el aval necesario para garantizar su voto en el Congreso. Tras el doble desaire, llegó así un doble desagravio.
Sin embargo, no son todas buenas noticias. La pelea de fin de año por Ganancias pareció mostrar algunas grietas en la unidad sindical. Los gremios del transporte decidieron activar un paro de media jornada (“asambleas informativas” fue el eufemismo elegido), sin el aval del resto de los sectores. Ocurrió cuando ya estaba abierto un canal de negociación con las autoridades. Juan Carlos Schmid, integrante del triunvirato de conducción y líder de la confederación del transporte, faltó a la primera reunión negociadora.
Algunos dirigente restaron importancia a esta diferencia. Sugirieron, incluso, que era parte de una estrategia para maximizar el poder negociador. Así, insistieron en una vuelta a la velada política de “poli bueno, poli malo” que se practicaba en el último tramo del gobierno kirchnerista.
Otros, en cambio, admitieron esta semana que hay diferencias fuertes y lo adjudicaban a la vocación política de los dirigentes que militan en las filas del Frente Renovador.
El sindicalismo, indican los más experimentados secretarios generales, tiene siempre durante el primer año de gobierno no peronista un rol central. Sin un peronismo unido, crece su relevancia como garantes de la gobernabilidad. Esa fue la premisa que los llevó a un acuerdo para la normalización de las obras sociales y a liderar el debate por la emergencia social. Por esa razón, su rol central en el último tramo de la negociación sobre Ganancias fue el cierre ideal para el primer año con Cambiemos. No hay mejor modo de celebrarlo que con un brindis en Olivos.