Mientras la entonces primera dama se codeaba con jefes de Estado de todo el mundo, la prensa local –y extranjera- la criticaba por centrar su campaña puertas afuera, por no conceder entrevistas a periodistas argentinos y por el excesivo lujo que ostentaba durante sus viajes.
Los analistas internacionales preveían que la futura mandataria de los argentinos intentaría subsanar muchas de las heridas diplomáticas que habían quedado abiertas tras el paso de Néstor Kirchner por la Presidencia (la relación con Estados Unidos, por ejemplo) y suponían que intentaría posicionarse muy cerca de los líderes socialistas europeos.
Quizás superada por los problemas coyunturales internos –por la crisis con el campo, sobre todo- o limitada por su estrecha relación con el polémico mandatario venezolano Hugo Chávez, Cristina no logró posicionarse en el exterior como estaba previsto.
Intentó erigirse como líder internacional en materia de derechos humanos, pero se quedó a mitad de camino, con más contradicciones que aciertos.
Venezuela. La estrecha relación entre Caracas y el gobierno argentino se profundizó con la llegada de Cristina al poder. Pero la compra de bonos, los intercambios de "petróleo por alimentos", y el préstamo a la empresa Sancor no salieron gratis. Se pagaron, entre otras cosas, con apoyo político.
Así, durante la Cumbre de la OEA, Cristina respaldó públicamente a Chávez y repudió al mandatario colombiano Álvaro Uribe por la incursión militar que abatió al líder de las FARC, Raúl Reyes, sobre suelo ecuatoriano.
Esto, sólo semanas después de que Néstor Kirchner se vistiera de Rambo para asistir a la liberación (que finalmente se frustró) de las rehenes Clara Rojas y Consuelo González.
Esta excesiva dependencia perjudicó, también, los intereses de algunas empresas nacionales que, como el grupo Techint, tuvieron que defenderse solas frente a los embates de Chávez contra sus inversiones en suelo venezolano a pesar de haber sido piezas clave en los principios del gobierno de Néstor Kirchner. El Ejecutivo prefirió no meterse en el enfrentamiento entre Chávez y los Rocca por la nacionalización de Sidor.
Europa. Durante la campaña presidencial, la relación con España -bastante vapuleada durante el mandato de Néstor Kirchner por los ataques a sus inversionistas- parecía comenzar a mejorar. Cristina se reunió en privado con el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y parecían compartir varios puntos de vista.
Pero una vez en el poder, la relación no floreció como se esperaba. En el ejecutivo español no cayó demasiado bien la excesiva dependencia argentina del gobierno bolivariano, sobre todo luego del altercado entre el venezolano y el rey Juan Carlos (que terminó con el famoso "¿por qué no te callas?").
En Francia, el candidato conservador Nicolas Sarkozy logró quedarse con la Presidencia, superando a la candidata socialista Segoléne Royal con la que Cristina había forjado una relación durante la campaña de ambas.
Esto no impidió, sin embargo, que la Presidenta se posicionara como una de las líderes del movimiento internacional por la liberación de la política franco-colombiana Ingrid Betancourt.
Estados Unidos. La estrecha relación con Caracas también incomodó a la administración Bush, para quien tanto Chávez como su principal aliado estratégico, el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, son enemigos públicos.
Incluso el pedido de captura internacional que expidió la justicia argentina contra varios ex líderes iraníes por el atentado a la AMIA, no alcanzó para acercar posiciones con Washington, adonde la amistad con Chávez cayó soberanamente mal.
El escándalo por el "Valijagate" tensó todavía más las relaciones con Estados Unidos, luego de que la justicia estadounidense afirmara que los 800 mil dólares que transportaba el venezolano Guido Antonini Wilson estaban destinados a la campaña de Cristina.
La región. Aunque hoy el conflicto quedó eclipsado por el paro del campo, las relaciones entre Argentina y Uruguay nunca volvieron a ser lo que eran previo al conflicto por Botnia.
Pese a los cortes de ruta de los vecinos de Gualeguaychú, que le provocaron a Uruguay pérdidas multimillonarias en concepto de turismo, la papelera finlandesa comenzó a funcionar en noviembre del año pasado, a un mes de la asunción de Cristina.
En la misma situación de tensa calma está el vínculo con Chile por la cuestión del gas. La crisis energética argentina no le permite al país cumplir con su contrato de suministro al país vecino, lo que hace posible augurar otro invierno de conflictos.
El Vaticano. La relación, que venía complicada desde el enfrentamiento a raíz de los dichos de monseñor Baseotto que llevaron al cierre del obispado castrense y empeoraron cuando el Vaticano no aceptó la designación del ex ministro de Justicia Alberto Iribarne como embajador ante la Santa Sede. ¿La razón? Iribarne es divorciado.
El gobierno respondió con insistencia y se negó a rendirse ante las exigencias del Vaticano, lo que resultó en que hasta hoy el país no tiene un embajador en la sede de la Iglesia Católica.
(*) Redactora de Perfil.com