El hospital Marie Curie, ubicado en los márgenes del Parque Centenario, es un nosocomio oncológico. Sus paredes están pintadas con colores pastel, claros, tonos que contrastan con el drama del cáncer que se vive allí todos los días. Viviana Sala, la madre del hijo de Sergio Schocklender, se desempeña allí como jefa del departamento de Salud Mental. Un espacio pequeño, unos consultorios cuya puerta anuncia, a través de un papelito escrito con fibrón azul y en mayúsculas: “La Dra. Sala no está”.
Viviana Sala conoció a Schoklender en la cárcel de Devoto. En esa prisión mantuvo charlas frecuentes que le permitieron realizar un diagnóstico favorable a la libertad de Schoklender. Según la evaluación de Sala, psiquiatra y médica legista, el condenado por parricidio podía salir en libertad sin que esto supusiera peligro para sí mismo o los demás. Al mismo tiempo, la doctora y el preso habían desarrollado una relación íntima y afectiva. Schoklender, ya en libertad, se casó con ella y tuvieron un hijo.
La carrera profesional de Sala se desarrolló de modo notable. Publicó varios libros en los que desarrolló temas polémicos que atañen a la bioética que tradujo en varios libros: las adicciones y los pacientes adictos, la cuestión de la muerte de los pacientes, el rol médico en los penales. Al mismo tiempo que Schoklender profundizaba sus actividades en la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, Sala empezó a colaborar con la causa: participó del Congreso de Salud Mental impulsado por los profesionales que acompañaban a las Madres.
Sala también incursionó en la creación de sociedades anónimas que la registran como accionista. Es socia, desde octubre de 2004, del Corralón Chapelco SRL, con sede en Neuquén. En septiembre de 2009, constituyó la empresa Medical Harmony SA, que se dedica a la clínica estética. Y en mayo de 2010, se convirtió en socia de Vicasa SA, una empresa constructora, con fines similares a la empresa de su ex marido Meldorek SA.
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