El 1 de noviembre, a pocos días de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, Alejandro "Pitu" Salvatierra, el líder de la toma de Villa Soldati, escribió una emotiva carta en la que recuerda cómo el kirchnerismo le cambió la vida. En ella relata su infancia entre la droga y delincuencia, cómo cayó preso en 2003 por un delito en el que casi pierde la vida, y explica por qué se volcó a militar en el kirchnerismo. A continuación, la carta completa:
CARTA DESDE EL CORAZÓN
Hoy me levanté con una sensación extraña, como si algo me faltara. Con una mezcla de mucha tristeza y un gran consuelo. Porque hoy nace un mito, el primer y único mito en mis tiempos: nací en 1980 y crecí al calor de las políticas de los 80 y 90, he visto cómo esas políticas destruían mi país, cómo se destruían las conquista de Perón para los trabajadores con la flexibilización laboral, la educación pública y las escuela técnicas y oficios condenando a millones de jóvenes a la dependencia de planes sociales y, por consecuencia, a la pobreza total.
Esas políticas hicieron que millones de personas, en su mayoría jóvenes, descreyeran totalmente de la política. Yo, como muchos jóvenes de este país, crecí con el sálvese quien pueda, la pobreza, la falta de oportunidades, el “para qué estudiar si no hay trabajo”, el "¿no ves los viejos que laburaron toda su vida y hoy no tienen qué comer?”, el “no te metás”, “algo habrán hecho”, “todos los políticos son iguales, una mierda” y el “QUE SE VAYAN TODOS”. Toda una generación de despreocupación total por el otro, por el país. Me críe en una villa de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, conocí y viví entre la droga y la delincuencia, mi papá delincuente y, desde que tengo uso de razón, preso con pequeños lapsos de libertad. A raíz de la vida que llevaba siempre terminaba preso. ¿Y qué podía salir yo, con el país que me tenía y el contexto en el que me criaba? Otro delincuente, marginal, lleno de odio e impotencia por la suerte que me tocó. Porque yo no elegí ser lo que fui y la vida que me tocó me fue llevando. Algunos podrán decir podía haber hecho otra cosa pero, cuando no tenés esperanza, todo parece inútil. Cuando das la dirección de donde vivís y te niegan la posibilidad de trabajar o, aún peor, de estudiar en un colegio que es de todos; cuando todo lo que ves es miseria; cuando ves que la sociedad cada vez es mas injusta y desigual y los representantes de esa sociedad son más de lo mismo, los caminos y las ganas se te acortan.
Un poco por resentimiento y otro poco porque la vida me fue llevando, elegí la delincuencia y las drogas. Durante muchos años, todo me dio igual: vivir, morir, lastimar, robar. Si total, era lo mismo aquel que afana o el que labura como un gil.
Así, terminé en 2003 en la cárcel de La Plata, más precisamente en el penal Número 9, por un hecho delictivo en el que me dieron cuatro tiros. Estaba jugado. En ese mismo año asumía el señor Néstor Kirchner como presidente. Para mí, uno más.
Y comenzó a transcurrir su gobierno. Mi mamá, por primera vez, recibió la pensión por ser madre de siete hijos. Empecé a ver, por primera vez, un presidente que tenía rebeldía. Me llamaba la atención lo claro que le hablaba a la gente y me llegaban las noticias de que en mi barrio, “Ciudad Oculta”, a través de la fundación Madres de Plaza de Mayo, el Gobierno Nacional construía, por primera vez en la historia del barrio, departamentos. Se los entregaba a la gente sin pedirles nada a cambio y generando cientos de puestos de trabajo. Mi barrio, tan olvidado por tanto tiempo, estaba viviendo momentos hermosos, y eso me hizo recordar cuando mi abuelo me contaba, llorando, de los tiempos de Perón y cuando con Eva le dieron su primer departamento. Sentí que algo estaba pasando y me dieron ganas de estudiar. Terminé la secundaria en la cárcel, mientras seguía observando por los medios y lo que mi familia me contaba lo que pasaba en el país. Lo que más me llamaba la atención de Néstor era su rebeldía: me sentía identificado en esa rebeldía ante los grupos de poder, los Estados Unidos, los medios. Me gustaba que no se arrodillara como otros presidentes, la sinceridad con la que hablaba y el hecho de que lo que decía era lo que hacía.
Quizás, yo en particular, por haber estado preso, lo noté más. Pero cuando a fines del 2008 recuperé mi libertad, me encontré con otro país: yo fui preso con un país devastado por tantos años de conducción corrupta, que venia del infierno del 2001, y recuperé mi libertad con un país que estaba de pie.
Así comencé a militar con mis amigos, Mope y Chan. La situación me obligaba. Pude entender el momento histórico que vivimos, que la política tiene un gran valor. Sentí esperanza de que se pudiera hacer algo distinto. Por primera vez, tuve orgullo de ser argentino.
Por eso, hoy siento una mezcla de sentimientos. Se fue el hombre que hizo posible que recuperara la fe, la dignidad y el orgullo de ser argentino, pero nace un mito, el único mito de mis tiempos. Siento que soy parte de la historia, que cuando pasen los años voy a poder contarles a mis nietos que yo conocí, milité y fui parte de un hermoso tiempo de cambio y reivindicaciones. Néstor condujo y construyó este proyecto. Me quedan los ideales que me supieron inculcar, la tremenda responsabilidad de continuar con su legado, construyendo organización popular, inculcando a otros los mismos ideales, transmitiendo la esperanza y la fe que me transmitieron y, sobre todas las cosas, la convicción clara de que este es el proyecto más peronista. Nadie construyó más viviendas y hospitales, ni reivindicó las conquistas sociales del peronismo como este proyecto. Ninguno aumentó a los jubilados y ni se acordó de los millones de viejos que no tenían aportes, ni se atrevieron a la estatización de las AFJP, las paritarias, la unidad de Latinoamérica, la Ley de Medios y muchas cosas que, si me pusiera a enumerar, no me alcanzarían las hojas. Escribo esta carta por que necesitaba desahogarme. Yo, que viví en el infierno de la delincuencia y las drogas, sé de perder seres queridos: mi papá y mis mejores amigos están muertos, pero lo de Néstor me superó. Estoy triste y quiero decirle al que quiera escuchar que, cuando Kirchner asumió, yo estaba preso por robo. Hoy tengo trabajo, soy militante de este proyecto Nacional y Popular, y cuento con una familia hermosa con tres hijos, proyecto de vida, solidaridad, orgullo, dignidad, ideales y, sobre todas las cosas, rebeldía contra toda injusticia. Si esto no es inclusión y lucha contra la delincuencia, ¿puede alguien decirme qué es? Todo esto se lo debo e Dios y a este proyecto. O sea, a Néstor Carlos Kirchner.
Por mi vida, por mi familia, por mi trabajo, por mis convicciones y por el país que me dejas, ETERNAMENTE GRACIAS, NESTOR KIRCHNER
Alejandro "PITU" Salvatierra
Militante de La Tendencia Nacional y Popular