“Es una persona muy sencilla, que baja a la altura de la gente. Muchas veces que se cree que un Presidente está subido allá arriba, pero Cristina habló con Juan como si fueran amigos, se solidarizó con él, le dijo que sabía todo lo del festival, lo de la muerte de mi sobrino. Creo que no cualquiera se preocupa así. Me parece que es una mina con mucho sentimiento”.
El viernes por la noche, Patricia, la prima de Juan Rey, relataba sus sensaciones luego de que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner nombrara a su familiar, ese mismo día, en un acto público en Florencio Varela mientras inauguraba el polideportivo “La Patriada”.
Juan Rey es un comerciante de Mar del Plata, propietario de una librería que se negó a aumentar los precios de la mercadería que tenía en stock del año pasado a pesar de la presión de la mayor distribuidora de artículos de librería de esa ciudad. Cristina le dedicó varios minutos de su discurso para relatar la historia del hombre que conoció su voz, por teléfono, ese día y que la invitó a comer mollejas.
Otros ciudadanos no recibieron la solidaridad de la Presidenta de los 40 millones. Mucho menos con la fuerza y el apoyo que recibió Juan Rey, el librero que promocionó por las redes sociales, días antes del discurso presidencial, el intendente interino de su ciudad, Ariel Ciano, convertido en un difusor de los precios de “Keops”.
Más allá de las casualidades permanentes, su prima aclaró las dudas de forma tajante: “La Presidenta no puede levantar el teléfono todo el tiempo pero te puedo asegurar que Juan Rey no tiene nada que ver ni con este gobierno ni con la política, si estás queriendo decir, le estás errando feo".
Cuando le recordé la historia del líder de la comunidad Qom, Félix Díaz, Patricia retrucó: "Soy cercana a las comunidades aborígenes y ellos también tienen problemas con él, no es tan democrático como dicen, hay que ir allá y ver realmente qué pasa con Félix Díaz, es un problema dentro de las comunidades, no se le puede echar las culpas al gobierno. Por otra parte, sí habló con Juan Manuel Abal Medina que lo mandó a llamar, no es que no habló nadie lo que pasa es que los medios politizaron el tema y bueno... que fue a ver al Papa... y que vaya a ver al Papa".
Más allá de si Díaz es democrático o no, el “por algo será”, resurgió en la conversación telefónica con la prima del librero de Cristina. ¿Si el líder qom no es tan pluralista como asegura Patricia, el gobierno pensará cortarles el diálogo a líderes “amigos” que manejan sus organizaciones de forma verticalista y autoritaria como Julio Humberto Grondona, Hebe de Bonafini o políticos de la talla de Gildo Insfrán?
Pero, ¿cuál es la sensibilidad de la Presidenta? ¿La que señala la prima de su librero marplatense o la que, al día siguiente, mencionaron los familiares de la tragedia de Once que dijeron sentirse abandonados por Cristina?
En el discurso en Florencio Varela, la Presidenta le dedicó varios minutos de su discurso al librero que resistió el “reacomodamiento” de precios mientras que nada dijo del acto que se desarrollaría un día después, en la Plaza de Mayo de todos.
Concluyó que “mientras haya un pobre en la Patria, estaremos en deuda con nuestra historia e ideas”. El municipio gobernado por Julio Pereyra desde hace 22 años, no es Disneylandia, más allá de que su intendente vacacione en Estados Unidos. Tampoco lo es La Costanera, pero no la de Buenos Aires sino la que bordea el Río Salí, a quince cuadras del centro de San Miguel de Tucumán.
La Costanera y los chicos del pasillo.
Desde el 2008, las madres del pañuelo negro, vienen denunciando la complicidad policial y política con los “transas” del barrio. En la navidad de ese año, el joven Walter Santana fue asesinado por un dealer que no quiso fiarle el “raviol” de cocaína. Dora Ybañez, la referente del barrio, no pudo evitar que uno de sus hijos se ahorcara por la depresión que le provocaba no consumir “paco”.
Luego de la pérdida de su hijo, Ybañez fue recibida por la senadora Beatriz Rojkes, la mujer del gobernador José Alperovich, en una de sus concesionarias de automóviles en el centro de la ciudad. La consoló diciéndole que ahora podría dormir en paz. A pesar de ser entrevistada en importantes medios de comunicación como La Gaceta de Tucumán, Dora jamás recibió el llamado presidencial. Denunció que en La Costanera, los punteros del alperovichismo canjeaban “papelitos” por votos. Sólo referentes de la oposición como José Cano se hicieron eco de la mujer del pañuelo negro. Amancio Lucio Petra, abogado afín a Rojkes, le exigió al referente radical que ratificara o rectificara “la lista de dealers que trabajan para el Partido Justicialista”. La advertencia no se transformó en carta documento. El gobierno local y nacional miró para otro lado.
“Nuestros hijos ya no comen con nosotras, están en los basureros o robando, enviciados por el paco” sentencia Dora Ybañez mientras regresa del entierro de otro joven que se mató el fin de semana pasado. Juan Décima, su padre, aún no entiende qué sucedió.
Mientras que el jefe de gabinete de la Nación, Jorge Capitanich, niega que la Argentina sea productora de cocaína, en la página web oficial del gobierno chaqueño, todavía está online el grandilocuente anuncio del 10 de septiembre del 2011: “Histórico golpe al narcotráfico: la policía del Chaco desbarató la primera “cocina” de drogas del nordeste”. Las madres contra el paco de todo el país no comprenden por qué el gobierno niega la realidad.
Sólo en Tucumán, la cantidad de mujeres presas por drogas creció un 80% en los últimos cinco años. El ex legislador, Pedro Hugo Balceda, denunció la complicidad policial y ahora duerme con un arma en la mesa de luz. Pertenecía al bloque de diputados de José Alperovich. Renunció mientras que recibía amenazas de muerte. Ni el gobernador ni la Presidenta se solidarizaron con él. Tampoco lo felicitaron por su valentía.
Sólo en Tucumán, la policía secuestró 59 mil dosis de distintas drogas para su venta. Llama la atención, la cantidad de papel glasé tirado en los pasillos de La Costanera. Es el envoltorio elegido por los “transas” para vender el “raviol”. Para aumentar las ganancias, los “dialers” estiran la cocaína con cualquier sustancia blanca como harina y maicena. En cada villa, la cocaína o el paco tienen su propio “gustito” que varía según los componentes que se agregan en su elaboración en “las cocinas”. Esos lugares que el gobierno niega que existan.
Dora Ybañez, la otra Madre, la del pañuelo negro, no pide un subsidio ni un plan social. Desea que sus hijos tengan un trabajo, un futuro. Hasta ahora, sus reclamos fueron desoídos por los gobiernos de turno. Sus denuncias en Facebook, a diferencia de las de Juan Rey, no fueron leídas por la Presidenta de todos y todas.
(*) Especial para Perfil.com.