Derrocados por golpes militares, jaqueados por crisis económicas o envueltos en internas familiares. Hubo finales tortuosos en la historia política argentina que Pablo Mendelevich se encargó de compilar en su más reciente libro, "El Final, cómo dejan el gobierno los presidentes argentinos", de Ediciones B.
Un repaso, con mirada de periodista, que reconstruye las salidas - muchas veces apresuradas - de los primeros mandatarios en nuestro país: "Mi punto de vista fue una combinación de las causas profundas que determinaron la salida de los gobiernos, sobre todo las salidas traumáticas, combinada con la descripción de los hechos", cuenta animado Mendelevich.
Cuando decimos "mirada de periodista" decimos investigación bibliográfica, rastreo de fuentes y consultas a especialistas que sirvieron para volver, al menos por un instante, sobre el ocaso de algunas gestiones como la Hipólito Yrigoyen, despojado del poder por Félix Uriburu en el primer golpe de militar, en 1930: "Se va en un auto descapotable a La Plata, estaba con 40 grados de fiebre y llega en un estado calamitoso. Era un hombre que tenía en ese momento 78 años. Los militares le hacen saber que él tiene que presentarse en el cuartel para renunciar e Irogoyen hace eso, va ahí y firma la renuncia adelante de los militares. Les dice algo insólito, '¿me puedo quedar?' Y se queda a dormir en el cuartel donde lo derrocaron".
Un poco más adelante en la historia, en 1955, Mendelevich cuenta que el derrocamiento de Juan Domingo Perón en la Revolución Libertadora fue el más largo de la historia: "Dura 12 días. Desde que se levanta el Ejército y la Marina al mando de (Eduardo) Lonardi y de (Isaac) Rojas y el momento en que despega del Río de La Plata el hidroavión que llevaba a Perón al exilio".
Con el advenimiento de la democracia, la caída de Raúl Alfonsín en 1989 es más sencilla de reseñar: "De todos los presidentes, es el que cae más tarde. Su mandato era de seis años, a él le faltaban seis meses (alrededor del 8 por ciento del mandato), nunca ningún presidente cayó tan tarde". Y en el caso de Carlos Menem, propone "preguntarse por qué razón este hombre consigue ser el que más tiempo gobierna la Argentina en forma consecutiva en la historia, diez años y medio, en forma no consecutiva y le gana Roca".
Sobre el comienzo, el autor se sirve de números para contar los finales: "Sobre un total de cincuenta y dos presidentes, cuatro se enfermaron cuando gobernaban, y murieron (Quintana, Roque Sáenz Peña, Ortíz y Perón) y "cayeron arrastrados por crisis políticas de raíz económica (Rivadavia, Derqui, Juárez Celman, Luis Sáenz Peña, Alfonsín, De la Rua y Rodríguez Saa)" mientras que "seis fueron depuestos por golpes de Estado (Yrigoyen, Castillo, Perón, Frondizi, Illia e Isabel Perón)". En otros ejemplos, más penosos, "Rivadavia cayó en la miseria; vivió en el exilio en una pieza, entre escombros y goteras. Y, cuado Derqui murió en 1867, su familia no tenía plata para enterrarlo".