Esta historia ocurrió hace 31 años, en Costa Rica, cuando un grupo de argentinos sentaron en aquel país centroamericano las bases para el lanzamiento de un medio. Uno que sirviera de inyección ante el discurso único que dictadura militar diseminaba en Argentina.
Radio Noticias del Continental fue, entonces, esa idea que la organización Montoneros planeó en el exilio como canal de contrainformación a través de la onda corta. Un proyecto modesto, claro, pero ambicioso: desde allí se buscaba apuntar los “cañones” y contar la experiencias revolucionarias de la región.
"Había un silencio informativo absoluto, no solamente un fenómeno de tergiversación como la que hay hoy en los países, sino de silencio informativo”, cuenta Carlos Villalba, montonero e impulsor, entre otros, del proyecto. "En Costa Rica, había un núcleo de argentinos. Ese grupo hizo un planteo a Montoneros: en Costa Rica, por las condiciones de estabilidad política, amplitud y tolerancia de las distintas ideas e inserción del grupo" contaban con viento a favor.
En síntesis, el horizonte estaba claro. Y los inconvenientes, también: propalar información "con todos los problemas que acarrea la clandestinidad y la persecución", cuenta hoy Villalba, sentado en su oficina de Cascos Blancos, era desde los inicios un "tema".
"La radio funcionó entre mayo de 1979 y mayo de 1981, cuando fue clausurada. En el medio ocurrieron varios atentados, los más fuertes fueron en los últimos meses de 1980, que según los miembros de Montoneros tenían sus orígenes en agentes de la dictadura argentina y de otras dictaduras centroamericanas", reconstruye Pablo Waisberg, coautor junto a Felipe Celesia de Firmenich, la historia jamás contada del líder montonero, que retomó la historia de la radio.
“También se incrementó la presión política que realizaba la dictadura sobre el gobierno costarricense. Es que el objetivo de ‘romper el cerco informativo’ -ese era el objetivo del proyecto- estaba dando cierto resultado”, completa.
La instalación de los equipos corrió por cuenta de un fabricante local, que trabajó sobre la antena romboidal instalada en Costa Rica: “Alguien que tenía una AM local tenía que hablar con él”, añora Villalba sin recordar tres décadas después quién era el hombre encargado de los arreglos.
Para constatar la correcta difusión de RNC, un grupo de militantes se repartía en diferentes plazas del país con una radio “preferentemente digitales para clavar la sintonía exactamente en el lugar donde querías, no las analógicas”.
En total, fueron cinco los atentados que recibió la radio. El primero en los estudios, en el centro de la ciudad, con una bomba tipo molotov y los cuatro siguientes en el corazón de la planta transmisora con una violencia feroz: aviones pequeños cargados de explosivos, ataques de entre 12 y 15 militares del somosismo, financiados desde Argentina y un último aviso con panes explosivos decidieron el final.
“Durante la noche se desmontó el equipo, llegó un camión y salimos con 8 vehículos y nos fuimos de esa planta, a 300 kilómetros de la frontera con Nicaragua y la transformamos en una especie de agenda informativa durante dos meses más”, relata ahora Villalba, que continuó al frente hasta que el proyecto se esfumó.
Pero si la más mínima disidencia, en aquellos años oscuros, podía cobrarse una vida, la penetración conseguida por RNC causaba estragos hacía el interior del régimen: “Entendemos que dejó esa experiencia política de hacer un medio desde el exterior que confrontara contra la dictadura argentina pero también aportó al proceso de lucha nicaragüense”, dice Waisberg.
(*) De la redacción de Perfil.com