Algunos funcionarios la definen como una “sucursal” de la Casa Rosada. Otros, como el búnker desde donde Néstor Kirchner articuló parte de su construcción de poder. Y precisamente desde allí, desde la “Jefatura” de la Quinta de Olivos, Cristina Fernández gobernará por las próximas semanas o meses, con algunas posibles visitas a la casa de Gobierno. A partir de mañana, Cristina retoma “formalmente” el ejercicio del Poder Ejecutivo, aunque desde hace una semana mantiene diversas conversaciones por teléfono con sus principales ministros.
Durante el mes de reposo y su desaparición de la escena pública, Cristina logró desencadenar mayor empatía en el electorado y recuperó su imagen: hoy alcanza los mismos niveles de marzo de 2012, con 39,4% de aceptación a nivel nacional, según un estudio exclusivo para PERFIL de la consultora en marketing político de Federico González y Cecilia Valladares. Recuperó más de 7 puntos en dos meses.
El lugar que usará Cristina Kirchner para gobernar tiene una recepción amplia, que mira a un pasillo seguido de un living acompañado de varias oficinas. Hay un despacho privado para la Presidenta, una sala para las reuniones de gabinete con una enorme mesa de madera y hasta un quincho que puede recibir a más de cien personas. Allí tuvo Néstor su despacho, donde recibió a ministros, muchos empresarios y algunos funcionarios.
Al menos tres de ellos coincidieron en que recién en la última semana recibieron indicaciones y consultas de “la Jefa”, siempre por teléfono y con pocas palabras. CFK se inquietó en particular por temas vinculados a la economía, la seguridad y el transporte.
En los últimos días habló con su vicepresidente, Amado Boudou; con el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; con Florencio Randazzo, ministro del Interior y Transporte; con el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y con Sergio Berni, a cargo de la seguridad.
En ningún caso pidió que los ministros se trasladaran hasta Olivos, aunque Julio De Vido, titular de Planificación, estuvo con ella al menos una vez hace dos semanas.
Con el único que tuvo contacto cara a cara, y todo el tiempo en la intimidad de Olivos, fue con su secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini. El hombre con más poder del Gobierno –entre los que no tienen vínculo familiar– almuerza casi todos los días con ella en la Quinta y también cena varias noches por semana. En la Casa de Gobierno describen que sólo lo ven en su oficina de la planta baja durante la tarde.
Un importante funcionario no descartó que a la jefa de Estado se la viera al menos por unas horas en la Casa Rosada esta semana para cristalizar su “reasunción” en una foto reunida con parte de su gabinete. La idea es demostrar que está con buena salud.
La salud presidencial, las muestras de vulnerabilidad, juegan a favor de la aceptación de Cristina Kirchner en el electorado. Sin embargo, la mayoría de los encuestados cree que no regresará con un cambio de estilo. A pesar de que los médicos le indicaron una terapia para reducir el estrés, el 49,7% de los consultados considera que una vez que retome su función lo hará con el mismo estilo que antes de la operación, 24,3% que será más confrontativa y el 17% que será más moderada.
Cristina tiene una agenda intensa para resolver. Desde asuntos clave de la economía, como un posible desdoblamiento cambiario, hasta posibles cambios de gabinete. Algunos funcionarios aseguran que CFK tardará meses en volver a trabajar fuera de Olivos. No puede viajar en avión por prescripción médica, pero sí en helicóptero si va por el río y no toma demasiada altura. Por ese motivo, y por su cuadro de hipotensión, la Presidenta estará alejada del atril al menos un tiempo.
“Es contraproducente por su condición cardiovascular y su tendencia a la baja presión”, explicó a este diario un médico del entorno presidencial. No puede resistir, en esas condiciones, estar durante tiempos prolongados de pie, porque tiene que impedir sofocamientos, sobre todo ahora, que llegan las altas temperaturas. En el pasado ya había suspendido sus actividades habituales por las recaídas que le provocaba la baja presión. El calor le juega malas pasadas a CFK.