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La Ley Previsional: un cheque en blanco a la Anses, que concentrará la caja, discrecionalidad y poder

La Cámara de Diputados no se ha dado cuenta de que ha firmado su acta de defunción y que le deja servido en bandeja al Senado el mismo camino.

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La Cámara de Diputados no se ha dado cuenta de que ha firmado su acta de defunción y que le deja servido en bandeja al Senado el mismo camino. O mejor dicho, sus integrantes han demostrado que prefieren ser muertos en vida, sin poder político pero con cargos importantes, aunque, a partir de ahora, totalmente vacíos de contenido. Le han transferido su poder a lo que será la más portentosa "Caja" de la Argentina y, desde el mismo momento en que la reforma Previsional sea Ley, nada ni nadie podrá oponerse a las decisiones de un gobierno nacional cada vez más poderoso.

Una vez que la ANSeS haya recibido la responsabilidad del manejo de los fondos provenientes de las cuentas individuales de capitalización, unos 80 mil millones de pesos, el organismo será la principal, por no decir la única, fuente de crédito del país.

Actualmente, el dinero depositado en las AFJP se destina a bancos, fideicomisos, bonos, etc. y esto significa crédito al sector privado (y muy escasamente, al público). Una vez que se concentren estos fondos, sólo la ANSeS decidirá quién puede -o no- recibir crédito en la Argentina.

Esta situación significa una fenomenal concentración de poder. Ningún gobierno provincial o municipal podrá obtener fondos que no provengan de esta gran masa y esto generará una gran dependencia política. ¿Quién habrá de oponerse a las decisiones del gobierno nacional, si sabe que luego no tendrá recursos? ¿Qué provincia o sus senadores podrán discrepar en algún tema si su voto hará que se pierdan los recursos necesarios para subsistir? ¿Y qué ocurrirá con las empresas, que dependerán completamente de ANSeS para recibir fondos frescos?

Podría contestarse que tamaña discrecionalidad ha de estar controlada por las comisiones legislativas creadas a tal fin. Pero esto tiene dos objeciones, ya que los controles serán posteriores al otorgamiento de los préstamos y, además, sus condiciones tienen tanta importancia como el crédito mismo. Es decir, a qué tasa y el plazo se presta son tan importantes como el propio acceso al crédito. ¿Se beneficiará a todos por igual o con tasas diferenciales en función del riesgo?

Para que la inflación no licue los fondos, deberá prestarse a tasas positivas: ¿se caerá en la tentación de cobrar tasas negativas en aquellos proyectos que la ANSeS considere importantes? La trampa de toda esta situación es que ningún proyecto público o privado podrá surgir en la Argentina, a menos que tenga financiación de la ANSeS. Ninguno ya existente o que necesite más recursos, podrá continuar sin su anuencia.

Es cierto que la masa de crédito que hoy tienen otorgada los bancos es -todavía- sustancialmente mayor que estos fondos. Pero éste es crédito "nuevo" y no parte del que ya está otorgado. Y por otra parte, con los depósitos de la ANSeS en los bancos representando aproximadamente 20% del total, es probable que esas mismas entidades también queden muy condicionadas en sus políticas crediticias.

Bajo ningún punto de vista es bueno para el país que haya un único dador de crédito. No hay eficiencia, no hay competencia, no hay controles. No hay futuro.

(*) Economista