El jueves 11 de agosto pasado, el juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, desmenuzó ante un auditorio multitudinario en la Universidad de Buenos Aires (UBA) la cobertura periodística tras la revelación de que en cinco de sus propiedades funcionaban prostíbulos.
En una extensa defensa de 14 páginas, el reconocido penalista describe cómo se pergeñó la supuesta operación en su contra: "Aunque no sea sencillo, debemos calmarnos y observar con alguna distancia los hechos. Las difamaciones pasan, unos pocos las creen, otros pocos simulan que las creen, los más las repudian; las elecciones también pasan, unos las ganan y están felices, otros las pierden y quedan tristes, pero debemos todos juntos mantener las condiciones para que siempre vengan nuevas elecciones".
En el escrito, que se divide en 8 etapas, Zaffaroni ensaya su explicación a partir de: "1) caracterización del hecho 2) motivaciones; 3) perfil del agredido; 4) instrumento; 5) mecánica de la agresión; 6) objetivos de la agresión; 7) razones por las que no se logró plenamente el objetivo; 8) consecuencias sociales del hecho".
Cuando tiene que caratular el hecho, habla de “lapidación mediática” o “lynchamiento mediático” en la explicación de René Girard (ver adjunto completo).
Cuando tiene que definirse, el magistrado escribe: “El perfil respetable, conservador y solemne del agredido favorece los golpes del lapidador, pues puede más fácilmente tildar a la víctima de hipócrita, pero es mucho más difícil golpear a una víctima cuando ésta tiene perfil transgresor, como en este caso”.
Luego se dedica a culpar a la prensa sensacionalista usada como canal para difundir las supuestas infamias: "El principal instrumento de lapidación es la prensa amarilla, que es una patología de la comunicación que por regla general tiene un público cautivo cercano al de la clientela de la pornografía".
Su defensa completa se puede leer adjunta a esta nota en formato PDF.