POLITICA
una solucion momentanea

La oposición busca formar 160 mil fiscales propios y evitar el “cuco” del fraude

Cuarto oscuro. Suelen aparecer boletas de otros distritos.
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Boletas electorales del FAP que deberían ir a La Matanza son distribuidas en Vicente López, las de Vicente López se entregan en el partido de San Martín y las de San Martín aparecen en La Matanza. Resultado: votos impugnados. En las elecciones de Diputados nacionales de 2009, en la Provincia de Buenos Aires aparecieron boletas con el nombre de Fernando De Narváez, en vez del verdadero candidato, Francisco. El resultado para cualquiera que creyó votar a Francisco con la boleta que decía Fernando es el mismo: su voto fue impugnado. Estas son algunas de las numerosas prácticas fraudulentas que se pueden realizar con comodidad en aquellas mesas sin control opositor. Pero una buena fiscalización requiere que cada partido consiga a nivel nacional 160 mil personas que oficien de fiscales, número que sólo reúne el oficialismo, según admiten sus competidores.

Referentes del socialismo, radicalismo, peronismo disidente y otras fuerzas políticas comparten la idea de que la formación de un cuerpo de fiscales competente necesita, al menos, dos meses de trabajo. Es por eso que a setenta días de las elecciones primarias, entre otras medidas, decidieron convocar, junto con la Red Ser Fiscal, al electorado independiente para fiscalizar y evitar cualquier tipo de fraude. Según estos mismos referentes, un fraude a escala nacional podría alcanzar hasta el 4% o 5% de los votos.
“Las cuatro formas de fraude más difundidas son el robo de boletas, la alteración de las actas, la compra de presidentes de mesa y el vuelco de urnas”, explica la diputada nacional Patricia Bullrich, de Unión por todos. Por supuesto que no son las únicas. Según el dirigente del Movimiento Libres del Sur, del FAP, Humberto Tumini, las trampas comienzan en la fiscalización: “Desde el Gobierno han dificultado el armado de los fiscales de los partidos de la oposición con una nueva reglamentación por la cual el fiscal que antes podía fiscalizar y votar en padrón complementario en la misma mesa, ahora no puede votar si no es en la mesa donde está empadronado, de modo que no vota o no fiscaliza”. Las maniobras, según Tumini, continúan con la mala distribución de las boletas, el robo de las mismas y hasta el fraude informático, es decir, la carga para el recuento de resultados inventados o alterados.

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El peronista disidente Gustavo Ferrari agrega a la lista de posibles trampas “la impresión de boletas falsas para que el elector crea que está votando un candidato cuando en realidad, como colocan boletas truchas, su voto es impugnado”. Otro mecanismo clásico, aunque reducido, es el llamado “voto encadenado”, que consiste en ir a votar con el sobre preparado y recibir plata por el voto. También, en zonas donde la presencia policial es exigua, se han registrado casos de fiscales rechazados o presionados para que firmen actas irregulares. Además, como una variación del fraude informático, dicen que hay casos en que se contabilizan los resultados de un partido opositor como los de otro también opositor, sin alterar el número global de votantes en esa mesa, para evitar competencias cercanas. Y esta lista podría seguir.

El oficialismo, cualquier oficialismo –es decir nacional, provincial o municipal– enfrenta menores dificultades a la hora de alcanzar el número de fiscales necesarios. “En la última elección el 91% de los fiscales oficialistas eran empleados públicos”, cuenta Bullrich.

Según Tumini, el Gobierno tiene también la posibilidad de pagarles a los fiscales con dinero público. Y según Ferrari el oficialismo “ejerce un control muy fuerte sobre aquellas personas que dependen económicamente del Gobierno”.
Los partidos de la oposición ven una solución en la implementación de las varias veces reclamada boleta única y en el voto electrónico.
Para el senador radical Ernesto Sanz, “si queremos ser un país moderno, que aleje los fantasmas del fraude y la manipulación electoral, debemos encaminarnos a utilizar mecanismos ya probados en otros países, que garanticen el voto de la gente, como lo es el voto electrónico”.

Y el socialista Roy Cortina, al igual que Tumini, sostiene que “con la boleta única la fiscalización se hace más sencilla, y sólo hay que juntar un número mínimo y básico de fiscales”.