Mucho frío y repiquetear de bomo, pero nada de cánticos que acompañaran los golpes de percusión. Así fue el sonido de la "Plaza del Sí" de esta tarde, un sonido parejo, monocorde, casi desapasionado. Salvo por la ya clásica irrupción a los gritos de Guillermo Moreno poco tuvo de auténtico fervor popular.
Apenas algún tibio "a las cacerolas se las meten en el culo" pudo distinguirse como el leiv motiv de una multitud que, si bien muy numerosa, pareció en general demasiado controlada, quieta y poco receptiva a las arengas de sus líderes o de la propia Presidenta, al punto de comenzar a emprender el regreso bastante antes de que Cristina terminara su discurso. Columnas enteras desalojaron raudamente y sin pausa la Plaza mientras la mandataria perdía la voz frente al micrófono, sin prestar la más mínima atención a lo que los altoparlantes propalaban desde el Palco Oficial con gran fidelidad.
Tal vez fue el frío. Quizás, el saber que ya habían cumplido con su "deber". Lo cierto es que cientos de manifestantes apenas hicieron acto de presencia en la Plaza, sin saltar, cantar ni gritar nada al prácticamente escaparse cuando el discurso presidencial recién comenzaba.