La sequía que afecta al núcleo productivo del país está teniendo una sola virtud: nos vuelve a la realidad respecto de donde está la riqueza argentina y de cuánto dependen del campo tanto la economía real como los ingresos del Gobierno. Hay que reconocer que los funcionarios de la presidenta Cristina Kirchner se esforzaron durante varias semanas para negar la gravedad de la situación, pero el martes de la semana pasada aflojaron y declararon en emergencia agropecuaria a cinco provincias.
Claro que la sustitución de importaciones es importante y debe ser apuntalada, siempre que genere empresas competitivas que no descansen en la reserva oficial de mercado ni trasladen el mayor costo a los consumidores. Pero es ingenuo minimizar la importancia de la soja y el maíz, como lo hace el kirchnerismo, esa constelación de grupos diversos, muchos de los cuales vive de subsidios financiados con las retenciones a los granos. La nota central de FORTUNA detalla todas las actividades económicas que ya están sufriendo los efectos de una menor cosecha del maíz.
Afortunadamente, gracias a la naturaleza pero también a los avances en la genética, donde la Argentina está a la cabeza a nivel mundial, la soja es un yuyo aguantador, aunque la sequía está impidiendo la siembra de la soja de segunda, que representa un tercio de la producción anual. Si llueve, todavía se está a tiempo de salvar la soja y Cristina y sus funcionarios harían bien en unirse a los rezos de la gente del campo: las retenciones a la soja representan unos 8 mil millones de dólares por año, una cifra que le ha permitido al kirchnerismo una política económica expansiva y que ahora, en tiempos de ajuste, se convierte en vital.
Los ajustes son dolorosos, siempre, incluso para un Gobierno que viene de ganar las elecciones en forma tan abrumadora. Al público no le gusta que le toquen el bolsillo y los empresarios, incluso los amigos, no quieren convertirse en chivos expiatorios de los funcionarios. Ocurre ahora con YPF, que descartó "de plano" las denuncias de "posición dominante y cartelización" en el precio del gasoil, desatando una dura respuesta del secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi: "Repsol YPF actúa de una manera poco transparente". El Gobierno esperaba pelearse sólo con Shell, pero eso era en otros tiempos.
* Editor ejecutivo de la revista FORTUNA