POLITICA
el futuro del gobierno

Las consecuencias de cenar mariscos en compañía de Scioli

Encuentro. El bonaerense, con sus colegas Pérez y Closs.
| Cedoc

No es el dólar. Tampoco son las reservas del Banco Central. La faena más compleja que enfrenta el gobierno de Cristina Kirchner es la reconstrucción de las expectativas: demostrar que aún tiene el control de las variables que definen el futuro de la economía y alejar los espectros que anuncian una prematura disolución. Anoche, la Presidenta partió rumbo a Cuba. La engorrosa tarea quedó entonces sobre las espaldas de los ministros.

Cuando a comienzos de la semana Cristina Kirchner se preparaba para presentarse nuevamente en público, el gobernador Daniel Scioli cenaba en el restaurant Viento en Popa, de Mar del Plata, junto a sus colegas de Mendoza, Paco Pérez, y de Misiones, Maurice Closs. Hubo congratulaciones por la foto que horas antes los había mostrado juntos. Y, como contraposición, críticas por los silencios que había exhibido la Casa Rosada durante las últimas semanas de incertidumbre económica. Fue al menos la opinión de uno de los comensales entre bocados de pescados y mariscos. Scioli se cuida hasta la obsesión de deslizar un cuestionamiento contra la jefa de Estado. Tras lograr las fotos que buscaba con Pérez, Closs y, horas después, con el salteño Juan Manuel Urtubey, el bonaerense partió rumbo a Italia. Se enteró de las novedades sobre el dólar cobijado por los apeninos.

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Un integrante de la mesa de Viento en Popa, el misionero Closs, usó ayer adjetivos inusualmente críticos para evaluar las novedades económicas. Dijo que el kirchnerismo “se empecinó” en “frenar un dólar que ya estaba atrasado” y que “dinamitó los superávits comercial y fiscal”. Supo llamarse kirchnerista.

Urtubey, quien había hecho del mutismo una estrategia política, se sacó una foto con el radical Julio Cobos y le dijo al diario La Nación que no hacía “seguidismo bobo”. El compañero de fórmula de Scioli surgirá de los gobernadores. Su identidad dependerá del nivel de acuerdo que logre con el kirchnerismo. O, en otras palabras, de la conveniencia que tendrá para entonces la cercanía o la distancia.

Como la lista se volvió demasiado extensa, la Casa Rosada toma nota de infidelidades y traiciones con la esperanza de que la realidad le otorgue un respiro para responder. Pero, para la réplica, el kirchnerismo necesita antes el visto bueno de Cristina Kirchner, quien por ahora se enfocó en otras prioridades.