El primer año de gestión de Mauricio Macri no fue fácil. 2016 comenzó con logros en materia económica (salida del cepo) y diplomática (visitas de Obama y Hollande) y terminó con tropiezos en las mismas áreas (inflación y recesión por un lado; la fallida elección de Malcorra en la ONU y los reclamos por Milagro Sala por el otro). En materia de seguridad, el año se abrió con la ya célebre "triple fuga" y cerró con protestas por casos de supuesto "gatillo fácil" en Flores y Mataderos.
En cuanto a la política, 2016 no dio respiro, en especial por la novedad, después de varios años, de un gobierno con representación minoritaria en el Congreso. Y el mundo es definitivamente muy distinto al que dábamos por sentado hace 366 días. Todo indica que 2017 también será un año complejo: aunque todavía no ocurrieron, ya se pueden vislumbrar varios conflictos que deberá enfrentar el oficialismo. Estas son algunas de las "espadas de Damócles" de Macri.
1. Las elecciones. Si bien Macri había coqueteado con la idea de cumplir un único mandato, desde Cambiemos comenzaron a agitar la bandera de una gestión de ocho años. Para llegar con chances a 2019, el oficialismo necesita (además de una mejora de la economía) ganar las elecciones de 2017. ¿Qué significa ganar? Como mínimo, lograr triunfos en las provincias que se conquistaron en 2015, y aumentar los modestos porcentajes en el Congreso (un tercio en Diputados y menos de un cuarto en el Senado). Cambiemos necesita, sobre todo, salir primero en "la madre de todas las batallas", la Provincia de Buenos Aires. Allí no tiene todavía candidatos fuertes (se especula con Jorge Macri y Elisa Carrió), a menos que "testimonialice" a María Eugenia Vidal; un panorama por ahora improbable aunque seguramente se involucre en la campaña. Enfrente le espera un peronismo todavía dividido, pero con alta intención de voto para cada una de sus facciones.
2. La economía. "¿Por qué Macri ganó el balotaje?" es una pregunta que los politólogos seguirán debatiendo durante años por la multiplicidad de factores y lo inesperado de los resultados. No es imprudente arriesgar que buena parte del crecimiento de Cambiemos entre el 34% de la primera vuelta y el 51% final fue gracias al rechazo al kirchnerismo. En la misma línea, no sería insólito considerar que el resultado de 2017 probablemente se ajuste a la marcha de la economía, aunque parte de la cuestión todavía pueda atribuirse a la "pesada herencia". El problema es que parte del establishment, y algunos integrantes del gobierno, consideran que el ajuste de 2016 fue insuficiente, y creen que debería profundizarse este año. Al echar a Alfonso Prat-Gay y designar a Nicolás Dujovne, Macri parece haber coincidido en el diagnóstico. Pero los oficialismos suelen necesitar expandir el gasto público precisamente en años electorales. ¿Cambiemos apostará a mantener la "austeridad" marcando las diferencias con el kirchnerismo? ¿O sostendrá el gasto público y profundizará el déficit para consolidar su proyecto? Habrá que esperar para saberlo.
3. El mundo. La necesidad de ajustar estará condicionada en parte por el acceso al crédito internacional. Y el "mundo" al que Macri prometía volver hace un año es muy distinto doce meses después. De la mano de Susana Malcorra y su fallida candidatura a la secretaría general de la ONU, Cambiemos apostó fuerte a Occidente: Macri recibió a Obama y a Hollande, viajó al G-20 y hasta organizó el "Mini Davos". La apuesta se les fue de las manos cuando pusieron todas las fichas a Hillary Clinton, a quien respaldaron varias veces y en público, que luego fue derrotada por Donald Trump, con quien el presidente tiene un curioso y algo tenso historial. El republicano, un populista al fin y al cabo, tiene una línea algo distinta a la esperanza del oficialismo: anunció que derribará el Acuerdo Trans-Pacífico, cuestionó a la OTAN y a la ONU, y busca una alianza con Rusia para combatir la hegemonía China. Las tensiones diplomáticas en Moscú y el Pacífico pronostican un panorama mucho más complicado que el de hace un año.
4. La seguridad. Otro factor que seguramente haya contribuído a la derrota del kirchnerismo fue la "sensación de inseguridad" tan denostada por el gobierno anterior. Y sin dudas será otro punto clave a la hora de definir las elecciones legislativas, sobre todo en el conurbano bonaerense. Parte del problema puede atribuírse, de nuevo, a la "pesada herencia", y el ministerio que conduce Patricia Bullrich se mostró activo para abordar el tema, aunque con resultados dispares. La cuestión no podrá solucionarse, sin embargo, si no se aborda otra cuestión clave, a saber...
5. La "maldita policía". Al encontrarse de pronto al frente de la gobernación, María Eugenia Vidal se topó con el problema de la Policía Bonaerense, una fuerza de 90.000 personas con antecedentes complicados. La mandataria eligió aceptar la recomendación de Alejandro Granados, exministro de Seguridad de Scioli, y nombró como titular de la fuerza a Pablo Bressi. El tiempo demostró que la concesión no alcanzó, y la Bonaerense (y el propio Bressi) se vio envuelta en distintos casos de corrupción. Horacio Rodríguez Larreta parece enfrentar problemas similares ahora con la resistencia de los agentes de la Federal al traspaso a la Metropolitana. Un problema de los más delicados, que esperemos que se resuelva sin incidentes.
6. El peronismo. A principios de año, Macri le confesó, bromeando, a un empresario que habría que mandar 7.500 dirigentes argentinos en un cohete a Marte para solucionar los problemas del país. En esa lista, que el presidente todavía no reveló, seguramente esté buena parte de los gobernadores, intendentes y sindicalistas que se referencian en el Partido Justicialista. El peronismo sigue siendo el gran tema para Cambiemos: lo ayudó a ganar con la división de Massa en 2015 y lo ayudó a sacar decenas de leyes en el Congreso en 2016. También le generó derrotas, como en los debates por la Reforma electoral y por el impuesto a las ganancias. Y será el principal enemigo a derrotar en las legislativas de 2017. Divide y reinarás: Macri necesita que los peronistas se dividan en dos, tres, e idealmente cuatro facciones. Pero hasta ahora los únicos frentes en competencia son el Renovador de Sergio Massa y el Frente Para la Victoria que todavía conduce Cristina Fernández de Kirchner. Desde el PJ, para colmo, surgieron signos de unidad, como la misma negociación por Ganancias y los guiños de los gobernadores a Massa. ¿Habrá reunificación en 2017 o habrá que esperar dos años más?
7. Su gabinete. Los manuales de management recomendaban, hace unos años, despedir a los empleados los viernes, para que tengan el fin de semana de descanso antes de afrontar una nueva búsqueda. Esa idea hoy está en discusión, pero la mayoría de los expertos coinciden en hacer los cambios rápido y sin rodeos. Después de un año de gestión con problemas en algunos sectores, Macri parece ir por la vía contraria: reemplazar uno por uno. Primero se despidió Luis María Blaquier, titular del Fondo de Garantía de Sustentabilidad vinculado a la "Operación Qatar" que reveló en exclusiva Perfil. Luego cayó Isela Costantini, cuestionada por su buena relación con los gremios y por su oposición a la entrada de aerolíneas "low-cost". El último fue Alfonso Prat-Gay, a quien le reprocharon su falta de trabajo en equipo con el resto del gabinete económico. Todo indica que hay varios despidos más en puerta: Francisco Cabrera (Producción), Jorge Lemus (Salud), Susana Malcorra (Cancillería) y Daniel Chaín (secretario de Obras Públicas) son algunos de los nombres que, se rumorea, podrían ser reemplazados en 2017, precisamente en áreas donde la gestión resultó deficiente.
Damocles era un cortesano de Dionisio, tirano de Siracusa, en el siglo cuarto antes de Cristo. El rey le ofreció un día sentarse en el trono; Damocles accedió y ordenó festejar un banquete, hasta que vio a la proverbial espada pendiendo sobre su cabeza, colgado de una crin de caballo. La moraleja no es tanto sobre los peligros de ejercer el poder, sino sobre que éstos no se ven hasta que no se accede al trono. Macri enfrenta un año consolidado en el cargo, pero seguramente dedique buena parte del tiempo a mirar hacia arriba.