“Es una esmeralda, señora. Me llamo Carlos Sampedro”, dijo el misterioso empresario de 33 años aquel 13 de marzo de 2008 cuando la presidenta Cristina Kirchner le preguntó que le regalaba. El obsequio valía cinco mil dólares y Cristina lo aceptó gustosa, violando la Ley de Ética Pública.
Aquel personaje que tuvo sus 15 minutos de fama en Salta es el mismo que hace unas semanas envió la carta documento al municipio de Tartagal exigiendo que le paguen 230 mil pesos por un trabajo que realizó su empresa, Koalas Fotografías Áereas.
Dame la plata. En agosto de 2008 Sampedro firmó un contrato con Leavy por un trabajo de fotografías aéreas. Le pagaron 40 mil pesos, según reconoció el propio Intendente. Pero el empresario consideró que no le abonaron todo lo debido y envió una carta documento reclamando al municipio 230 mil más, ya que según él el contrato fue por 270 mil pesos.
Aunque el escándalo estalló hace más de un mes, ni la Municipalidad denunció una estafa ni Sampedro avanzó en su demanda. El rumor: habría habido un arreglo entre las partes. Perfil.com intentó comunicarse con el empresario en reiteradas ocasiones, pero nunca estuvo disponible.
Cruda y sin pulir. Marzo de 2008. Cuando terminó el acto en el Centro de Convenciones de Limache, Cristina se acercó a saludar a la gente que la esperaba. Sampedro sobresalió del resto, pero no por su discurso, sino por su regalo: una esmeralda cruda, sin pulir y de máxima pureza, extraída en Kenia, África, por la cuál pagó cinco mil dólares.
Aquel día, el misterioso empresario comentó que su primera intención era regalarle a Cristina un ramo de flores, aunque luego se decidió por una joya: “A las mujeres lo que verdaderamente les fascina son las piedras preciosas", señaló por aquel entonces al diario El Tribuno. La escueta razón que dio el empresario aquella tarde en la que Cristina guardó la esmeralda en su cartera fue porque "yo admiro a esa mujer".
(*) redactor de Perfil.com.