Desde el 10 de diciembre la Legislatura porteña presentará un esquema de poder más complicado para Mauricio Macri. Es que el interbloque que más crecerá será el del Frente para la Victoria mientras que el PRO perderá un legislador y UNEN mantendrá la misma cantidad de bancas.
Esto podría producir una virtual parálisis del cuerpo parlamentario y supone un dolor de cabeza para el líder del PRO cada vez que tenga que aprobar una ley que requiere el Ejecutivo. De todas formas, el Parlamento local renovó la mitad de sus bancas (30) y, si bien el macrismo logró 12 lugares (con 33,59%), mantendrá un bloque de 26 con un aliado (el monobloque de Juan Pablo Arenaza, hombre de Patricia Bullrich), mientras que el kirchnerismo, sumando a sus aliados, llegará a 18 voluntades.
Por su parte, UNEN sostendrá sus 11 bancas con la boleta que encabezó Gustavo Vera, el titular de la ONG La Alameda, que suele denunciar casos de trata de personas, trabajo esclavo y prostíbulos, quien alcanzó el 24,86%. En cuanto al Frente para la Victoria se transformará en el espacio más importante con 18 bancas pero, aunque tanto los aliados de Nuevo Encuentro como los de Alternativa
Popular suelen votar en conjuntos, no funcionan como un bloque unificado.
De la boleta del kirchnerismo llegará a la Legislatura el ex canciller Jorge Taiana (17,13%) y Pablo Ferreyra (4,23%), el hermano de Mariano Ferreyra, el militante del Partido Obrero asesinado por una patota sindical, quien jugará con el bloque de Aníbal Ibarra.
Por su lado, también debutará como legisladora local Graciela Ocaña, quien consiguió un generoso corte de boleta a su favor de 5,88% y le permitió conseguir dos bancas porteñas. La boleta del PRO, encabezada por el filósofo Iván Petrella, era clave para la gobernabilidad en los últimos dos años de gestión. Si bien se descuenta que el timón de la Legislatura lo seguirá teniendo Cristian Ritondo (PJ-PRO), la dificultad para generar alianzas no se disipó en estas elecciones.