Un mes después de su rescate, "los 33" volvieron a citarse en Copiapó. Como aquel 13 de octubre en el que los medios del mundo sitiaron el hospital local donde eran trasladados en grupos, los 33 se vieron ayer las caras una vez más en el mismo lugar que los recibió en su primer noche fuera de la mina.
Desde entonces, mucho pasó en la vida de estos 33 ignotos trabajadores devenidos en "héroes bicentenarios": viajes al otro lado del mundo, cenas, homenajes, obsequios de todo tipo y su imagen y voces a cada instante en cada canal y en cada radio. Mucho para conversar en su primer sesión de terapia grupal colectiva.
La vida no fue fácil para los 33 que escaparon de su tumba de Atacama sólo para ingresar en las fauces de la efímera fama mediática. "Durante este mes cambiaron mucho su modo de ser, la mayoría de ellos. Mi hermano, por ejemplo, era un hombre tranquilo y ahora anda muy acelerado. No se tomaron el tiempo que les recomendaron. Yo le digo y le repito que se calme. No quiero que esto termine perjudicándolo a largo plazo", le comentó a PERFIL Alberto Segovia, uno de los hermanos de Darío, el minero Nº 20 en salir del yacimiento.