Los investigadores del caso que involucra a la Fundación de Madres de Plaza de Mayo y que golpeó al centro del poder del Gobierno están convencidos de que la red de lavado de dinero también operaba fuera del país.
El juez Norberto Oyarbide mira con atención los reportes de los sospechosos vuelos que realizaba Sergio Schoklender y su hermano, Pablo, a distintos paraísos fiscales y a la Triple Frontera.
Quienes siguen la ruta del dinero creen que se utilizaron dos caminos para blanquear parte de los fondos que destinaba el Estado para el plan de viviendas sociales que construía la fundación que preside Hebe de Bonafini. La compra de propiedades y la creación de nuevas empresas con el fin de hacer circular el capital era una de las vías elegidas. La otra habría sido sacar el dinero del país.
Oyarbide no disimuló su asombró cuando recibió un detallado informe sobre las salidas del país de los hermanos Schoklender y del plan de vuelo de los aviones de Meldorek, la empresa multipropósitos que Sergio le compró a la dupla financiera que integran José Fernando Caparrós Gómez y Daniel Laurenti. Por ejemplo: entre 2008 y 2011 el avión Cessna Citation 501, matrícula LV-BXH, realizó 19 viajes a Brasil y 45 a Uruguay.
Según se lee en uno de los informes que guarda Oyarbide bajo siete llaves hasta que se levante el secreto de sumario, el mayor de los hermanos Schoklender realizó desde 1996 y hasta 2010 una serie de 95 viajes al exterior, entre vuelos comerciales y privados, aunque la mayoría de los viajes los realizó a partir de 2004. Entre algunos de sus destinos europeos figuran Suiza, Francia, España, y Países Bajos. También viajó a Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil y Uruguay. Pero los investigadores pusieron la lupa sobre los sucesivos viajes a Uruguay y a Brasil vía la Triple Frontera.
Lea la nota completa en la edición impresa del Diario PERFIL.