En la mitad del año escolar y en el marco de inicios de clases y de recesos en la mayoría de las 24 jurisdicciones del país, el malestar de los docentes de varios puntos volvió a hacerse escuchar, acompañado de advertencias de nuevas huelgas en el segundo semestre lectivo.
El 24 por ciento de incremento salarial que recibió a nivel nacional el magisterio en marzo último en la paritaria que condujeron los ministros de Educación y de Trabajo, Juan Carlos Tedesco y Carlos Tomada, respectivamente, alcanzó una relativa paz social que permitió arrancar las clases, pero que no impidió el estallido de huelgas escalonadas en las provincias.
El problema y el nudo de los conflictos docentes se pueden resumir desde las cuestiones históricas sin resolver como el fuerte componente del las sumas en negro que componen el salario -en Entre Ríos de los 1.359 pesos de sueldo inicial del maestro, 671 son por fuera del básico- más los actuales que se vinculan con la escalada de los precios y la deficiente distribución de la riqueza.
El tener parte del salario "en negro" produce entre otros desfases que el resto de los cargos docentes y horas cátedra se calculen sobre la mitad del sueldo inicial y por ende sufran las mismas consecuencias.
Esta situación se replica en varias jurisdicciones, con menor o mayor tenor, por ejemplo en provincia de Buenos Aires donde persisten unos 300 pesos fuera de básico de los maestros y con excepción de la Ciudad de Buenos Aires, que logró tener prácticamente la totalidad del salario "en blanco".
Algunos dirigentes docentes provinciales sostienen en relación a la reciente crisis Gobierno nacional-campo que "es tiempo de que el Estado nacional intervenga en el sistema educativo y aporte presupuesto a las provincias de las retenciones para que se produzca una reparación histórica sobre el sistema educativo".
El prosecretario de Prensa de la Asociación del Magisterio de Entre Ríos (AGMER), seccional Concepción del Uruguay, Víctor Hutt, quien analizó las variables que componen el salario docente, el deterioro del poder adquisitivo y su comparación en dólares con los ingresos en los '90, sostuvo que "ya no es suficiente y se transforma en un absurdo que su aporte solo consista en montos en negro sobre los alicaídos salarios docentes".
Para el dirigente la reiteración de la frase necesaria en los discursos oficiales sobre "distribución de la riqueza" es tiempo que empiece a concretarse y para ello dijo es necesaria una "política de recaudación sobre las grandes ganancias de los sectores que se beneficiaron en estos años a costa del sufrimiento de las mayorías".
"Ya no podemos aceptar más el justificativo de que no alcanza el presupuesto, si no alcanza hay que modificarlo y ampliarlo, los recursos están, lo que falta es una política de redistribución que implica una mayor recaudación sin temor en disminuir las ganancias de los sectores del poder económico", aseveró.
Y en ese sentido, los sindicatos docentes reclaman no solo dinero para sus bolsillos, sino además presupuesto para trabajar en condiciones dignas, que les permita reactivar los desafectados gabinetes piscopedagógicos en el clima de violencia creciente; con edificios escolares en condiciones; comedores con raciones acordes al crecimiento que necesitan los chicos y fundamentalmente que se concreten los resonantes anuncios.
Hutt subrayó sobre esto último que "el estado nacional debe recuperar su rol de garantizar la educación interviniendo en la construcción de miles de escuelas que son necesarias en todo el país y en ese sentido es insuficiente un plan de 1.000 escuelas que tarde 5 años, nuestros niños no pueden esperar más tiempo del que ya esperaron".
En cuanto al salario sostiene además que los gobiernos "deberán reclamar fondos de las retenciones, pelear por una coparticipación federal que no la haga depender de favores políticos del gobierno nacional, determinar un régimen tributario que ataque a los pooles de siembra, a la exportación avícola y a todos los sectores beneficiados en estos años".