Fernando Burlando
El abogado Fernando Burlando asumirá la defensa del líder de Quebracho, Fernando Esteche, y del secretario de la mezquita chiita At-Tauhid Jorge Alejandro “Yusuf” Khalil, sindicados en la denuncia de Alberto Nisman como piezas clave del “plan delictivo destinado a dotar de impunidad a los acusados iraníes” en la causa por el atentado contra la AMIA. Su primera orden para los defendidos fue mantener un estricto silencio en los medios.
El letrado no es ajeno a la guerra de espías que hoy sacude al país, porque representa a los policías bonaerenses que participaron del operativo antidroga en la quinta de La Reja del ex agente de la Secretaría de Inteligencia (SI) Pedro “Lauchón” Viale, cercano al otrora hombre fuerte de la agencia, Antonio “Jaime” Stiuso. Este último responsabilizó en una entrevista con Noticias al gobernador Daniel Scioli y al jefe de la Bonaerense, Hugo Matzkin, por la muerte de Viale durante el tiroteo con los efectivos del Grupo Halcón, el 9 de julio pasado. Por eso, el ingreso de Burlando en el caso podría tener aún más implicancias de las esperadas.
Este excéntrico abogado cimentó su carrera como heredero de su padre, Julio Desiderio Burlando, ex juez penal de La Plata y docente de la escuela de la Policía Bonaerense Juan Vucetich.
Como parte de esta herencia, adquirió invalorables contactos con las fuerzas de seguridad provinciales y también con altas esferas políticas, a los que sumó numerosos vínculos con la farándula. Se caracteriza por un alto perfil, marcado por lujos y novias jóvenes.
Entre los casos más resonantes que asumió, estuvo la muerte de la joven Candela Rodríguez. En aquel entonces, causó una fuerte suspicacia que ofreciera asesoría a una familia humilde y que intentara dar por cerrado el caso a los pocos días.
Otros de los clientes que pasaron por su estudio son la ex pareja de Silvio Soldán Giselle Rímolo y el empresario Horacio Conzi. También fue defensor del barra xeneize Rafael Di Zeo y del DT Daniel Córdoba, imputado por haber mordido a un policía durante un partido entre Chacarita y Gimnasia La Plata.
Maximiliano Rusconi
El costoso abogado Maximiliano Rusconi asumió esta semana la representación del experto en seguridad informática Diego Lagomarsino. Como representante legal de Nicolás Ciccone, en el caso que involucra al vicepresidente Amado Boudou, Rusconi había desatado una guerra entre ex miembros de la Secretaría de Inteligencia cuando sumó a su colega Marcelo Ruiz para defender los intereses del clan Ciccone.
Ruiz tuvo un rol protagónico en la SIDE, que manejó durante casi diez años el ex Señor 5, Hugo Anzorreguy. En las épocas de Carlos Menem, Ruiz llegó a ser el jefe de los espías criollos en Londres hasta 1999.
Rusconi sabía que tenía que mover sus contactos en la ex SIDE porque, en la vereda contraria, Boudou contaba con la defensa de Diego Pirota, abogado del estudio del ex número dos de la SIDE en tiempos de la Alianza, Darío Richarte. Además, Pirota defendió a Fernando de Santibañes, ex jefe de la SIDE, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, en el juicio por las supuestas coimas en el Senado para aprobar la reforma laboral.
En los pasillos de Comodoro Py, algunos memoriosos recuerdan que Rusconi creció bajo el ala de Roberto Dromi, ex ministro de Obras y Servicios Públicos durante el gobierno de Carlos Menem.
En su lista de clientes no sólo pasaron Menem, Amira Yoma y el ex banquero Raúl Moneta; también ejerció la defensa de algunas causas por narcotráfico, como la de los multimillonarios serbios Dejan Trsic y Dragoslav Ilic, procesados en 2004 luego del secuestro de 171 ladrillos de un kilo de cocaína cada uno y de 10 mil botellas de vino tinto con cocaína diluida para su exportación a Europa.
Habrían sido los viejos agentes de la SIDE quienes ayudaron a que Rusconi se convirtiera en 2000 en el primer titular de la Unidad Fiscal de Investigación de Delitos Tributarios y Contrabando (Ufitco). Duró un año en ese cargo, al que renunció después de que el entonces fiscal Pablo Lanusse lo denunciara por malversación de caudales, denuncia que quedó en la nada.