Siempre presente como una de las grandes obsesiones de Néstor Kirchner, la Corte Suprema de Justicia se convirtió en uno de los principales actores dentro del kirchnerismo. Llegó a la Presidencia con una idea fija que cumplió sin flaqueza: desactivar la famosa "mayoría automática" del menemismo y reemplazarla por un cuerpo ejemplar, dotado de independencia. Sin embargo, después de la polémica reforma del Consejo de la Magistratura, la relación con "la nueva Corte" comenzó a complicarse, y hoy atraviesa su peor momento.
Adiós a la Corte adicta. El primer mensaje de Kirchner en cadena nacional, el 5 de junio de 2003, apuntó a denunciar a la Corte. En apenas ocho minutos devastó al titular del cuerpo, Julio Nazareno, juez riojano y ultra-menemista con decenas de denuncias en el Congreso, a quien acusó de ser " el pesado que se resiste a conjugar el verbo cambiar". Ese día reclamó al Parlamento "remedios" que permitan cuidar a la Corte como institución "de alguno o algunos de sus miembros; la triste y célebre 'mayoría automática'".
"No queremos nada fuera de la ley", recalcó ante cámara el patagónico. " Separar a uno o varios miembros de la Corte suprema no es tarea que pueda concretar el Poder Ejecutivo", sostuvo, dándole el pie al Congreso para que actúe. A los pocos días, Nazareno renunció presionado por un posible juicio político, tras casi una década en el la presidencia, alegando razones de índole personal.
Le siguieron Guillermo López, uno de los cerebros de la mayoría automática, que renunció el 23 de octubre de 2003; Guillermo Moliné O'Connor, otro de las mentes de la Corte de Menem, que presentó batalla en el Parlamento, pero fue destituido el 4 de diciembre de 2003. Adolfo Vázquez renunció el primero de 1 de septiembre de 2004 por sentirse "desprotegido"; y Antonio Boggiano, echado por el Senado el 29 de septiembre a las 19.27, hora exacta en la que Kirchner pudo aplaudir y decir "misión cumplida", a aquel objetivo que se planteo en su primera aparición en cadena.
Nueva Corte, mismas peleas. Bajo el ideal de "transversalidad", afín a la ideología de los primeros años de gestion kirchnerista, el ex Presidente designó a juristas ejemplares para reemplazar a los menemistas renunciados o destituidos. Los doctores Eugenio Zaffaroni, Elena I. Highton de Nolasco (la primera mujer en la historia en integrar el cuerpo), Ricardo Lorenzetti y Carmen María Argibay fueron nombrados entre octubre de 2003 y febrero de 2005, para sumarse a los remanentes Carlos Fayt, Enrique Petracchi y Juan Carlos Maqueda.
A principios de 2006, Kirchner digitó una jugada maestra para controlar la Justicia, sin tocar la autonomía de la Corte Suprema: se aprobó la reforma del Consejo de la Magistratura, el organismo que designa y remueve a los jueces. En la modificación aprobada por el Congreso, el kirchnerismo controla la mayoría del Consejo, marginando a la Corte Suprema del cuerpo, que a partir de la sanción de la ley no tiene miembros en el cuerpo, en el que antes siempre detentaba la presidencia.
Luego, la Corte, compuesta por siete miembros y con dos cargos vacantes nunca cubiertos por el Gobierno, tuvo otro encontronazo con el poder. Petracchi, en ejercicio de la Presidencia, se cruzó con el entonces ministro de Justicia, Alberto Iribarne. "El Gobierno considera que no es oportuno completar la Corte en este momento, ni propiciar una ley de reducción del cuerpo”, disparó el funcionario K. Por ley, Kirchner debía cubrir los cargos en 30 días; el Congreso destrabó el conflicto reduciendo el número de miembros a siete.
El halo de libertad judicial que el propio Kirchner le otorgó, como marca la ley, a la Corte comenzó a traerle dolores de cabeza en 2008, ya en su rol de "primer caballero". En pleno conflicto por las retenciones móviles, el diario La Nación informó sobre un encuentro reservado entre Cristina Fernández de Kirchner y Ricardo Lorenzetti, titular de la Corte, en el que el juez le adelantaba la decisión del supremo Tribunal de rechazar la resolución 125. Kirchner estalló de ira al leer la noticia y desde un atril en el Mercado Central envió un mensaje a la Corte: " Calculo que el doctor Lorenzetti va a desmentir esto". Nunca lo hizo.
Interna desatada. En 2009, los conflictos crecieron, más aún tras la derrota del Frente para la Victoria en las elecciones legislativas del 28 de junio. La Corte se pronunció en varios temas sensibles para el kirchnerismo: falla a favor de la libertad sindical, poniendo en jaque a la CGT, no aceptó revisar la fusión de Cablevisión y Multicanal, y restituyó al procurador general de Santa Cruz echado por Kirchner, Eduardo Sosa.
La relación se volvió más ríspida a raíz de la decisión del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, ex ministro de Justicia, de desoír una órden judicial en el conflicto sindical de los aeronavegantes. Ello le valió las críticas de Cármen Argibay, quien le dijo: "Aníbal estás desbordado, sos un elefante en un bazar".
Hoy, en otro gesto de libertad del Poder Ejecutivo, la Corte echó al jefe de peritos contables, Alfredo Peralta, quien fue el encargado de auditar las polémicas declaraciones juradas patrimoniales del matrimonio presidencial, sobreseído por el Juez Oyarbide. La relación entre el Gobierno y la Corte parece haber entrado en una etapa clave, cuyo futuro se develará con el correr de los fallos.
(*) de la redacción de Perfil.com