La declaración de la ex mucama de la familia Bártoli, cuyos dichos habían sido cruciales en el juicio anterior para derrumbar la coartada del viudo Carrascosa, hoy preso por el crimen, provocaron asombro en el juicio por el crimen de María Marta Belsunce.
El testimonio de Catalina Vargas dejó sorpresas porque la mujer tardó más de diez minutos en contestar si había pasado algo especial el día del crimen, ante la sorpresa de la Fiscalía que hacía esfuerzos para que recordara.
La defensa de Bártoli, entonces, sorprendió a la audiencia diciendo que la mujer había sufrido un accidente de tránsito en el que había tenido un golpe en la cabeza, algo que la mujer confirmó y precisó que de vez en cuando perdía el conocimiento.
El abogado de Bártoli, Alejandro Novak, trató entonces de impugnarla como testigo y la Fiscalía pidió que se validaran sus dichos dados hace años y que perjudicaron a Carrascosa, pero el tribunal optó por ordenar una pericia psicológica para saber la capacidad o no de la mujer para declarar.
También declaró Delfina Figueroa, una joven que en el debate contra Carrascosa estuvo al borde de quedar detenida por falso testimonio y que hoy hizo gala de reiteradas respuestas de "no recuerdo" cuando le pidieron precisiones sobre la reunión que hubo en la casa de Bártoli antes del crimen. El tribunal escuchó además a Teresa Castagna y a Arturo Benito Campos, empleada doméstica y casero de la familia de Sergio Binello, uno de los imputados en este juicio que no se presentó en la audiencia.
Sus testimonios tenían importancia en este juicio en torno a por qué Carrascosa y María Marta habían estado almorzando allí aquel domingo, mientras que Bártoli aseguró que también participó de aquel almuerzo, algo que anteriormente ninguno de esos dos convocados confirmó.
Castagna -que desde hace 24 años trabaja con los Bártoli- contó que el mediodía del 27 de octubre de 2002, día del crimen, María Marta y Carrascosa estuvieron almorzando en la casa.
"No me voy a olvidar nunca que la señora y el señor Carrascosa vinieron a saludarme después de comer, me dieron un beso y me dijeron 'chau. Tere, muy rico todo'", declaró tras descartar la presencia de Bártoli.
Campos tuvo menos precisiones a gusto del tribunal y hasta llegó a colmar la paciencia de los jueces por su forma de contestar: "Si (Bartoli) estaba, no lo vi; y si no estaba, tampoco", dijo en un momento. El juicio continuará el próximo miércoles, con la indagatoria que prometió prestar Juan Gauvry Gordon, el primer médico que atendió a María Marta, también acusado de encubrimiento.
También prestó delcaracion John Hurtig, acusado del encubrimiento del crimen de su media hermana María Marta García Belsunce, quien reconoció hoy ante la Justicia el "pituto" que tiró por el inodoro, es decir el plomo abollado que fue la sexta bala que dispararon contra la cabeza de la mujer y que quedó bajo su cadáver.
"Yo dudé de la idea del accidente después de tirar el 'pituto' pero la macana ya me la había mandado", dijo Hurtig en la indagatoria, que incluyó un duro interrogatorio incluso por miembros del Tribunal en lo Oral y Criminal (TOC) 1 de San Isidro que lo está juzgando.
En tren de defenderse, el acusado llegó a decir: "Lo que sí puedo garantizar es que si yo lo tiraba sabiendo que era una bala, no se enteraban".
El tribunal quería precisiones sobre cuándo empezaron las dudas de John Hurtig sobre la hipótesis del accidente.
Según dijo, llegó a la casa de María Marta cerca de las 22 del 27 de octubre de 2002 y encontró a su madre y su padre al lado del cadáver.
Hurtig precisó que casi inmediatamente llegó la autorización, vía Guillermo Bártoli, de la funeraria para mover el cuerpo, y pusieron el cadáver en la cama.
"La tomé de la cabeza y mi papá de los pies. Como me manché con sangre, fui al baño a lavarme y ahí lo vi. Como no sabía qué era, empecé a preguntar", relató.
Hurtig señaló que ni su padre Constantino, ni su medio hermano Horacio García Belsunce, ni un amigo supieron qué era y llamaron a Carlos Carrascosa, esposo de la víctima, que especuló con que había sido algo tirado por los médicos.
Fue entonces que decidió tirarlo al inodoro: "¿Pero por qué al inodoro? Uno no está acostumbrado a tirar cosas metálicas al inodoro", le dijo el juez Ariel Intruzzia Truglia.
"No sé. Yo lo usé como un cesto. Es más no recuerdo si tiré la cadena", agregó. Las dudas, dijo, empezaron momentos después cuando le sacó las zapatillas al cadáver: "Ahí fue cuando dije ¿cómo hizo esta mujer para resbalarse en el baño con las zapatillas puestas?", relató.
Hurtig admitió haber preguntado durante la madrugada del velatorio a su esposa si sabía cómo era una bala y señaló que al día siguiente apenas cruzó unas palabras con el fiscal Diego Molina Pico, cuando estuvo "un minuto y medio" en la escena del crimen. Pero se quejó: "Yo no era Sérpico investigando un caso. Cuando llegó el fiscal me quedé tranquilo". "No salí a gritar por todo el country 'la mataron a María'. Era tenue mi duda, después comenté mis dudas".