Agustín Rossi, el jefe de los diputados oficialistas, no aguantó más. Acababa de recibir el reto humillante de Néstor Kirchner.
-¿ A esto llamás vos una negociación? ¡Esto es una capitulación! -le había gritado en la cara el ex presidente, delante de demasiados testigos.
-Mirá Néstor -se defendió Rossi, con su paciencia agotada-. Acá el problema no es cuántos diputados más podemos sumar. El problema es político.
-¿Qué querés decir?
-Eso, que el problema es político. Yo no soy el que perdió en la provincia de Buenos Aires.
Quienes presenciaron la violenta escena en el tercer piso del Palacio de Diputados, en el amplio despacho de la presidencia de la Cámara, juran que Kirchner no atinó a responder por la sorpresa que le causó esa frase: su principal lugarteniente en el Congreso se le había rebelado porque ya estaba harto de la intransigencia del jefe, que quería desconocer el trabajoso acuerdo al que Rossi había llegado con la oposición: