“¿Qué te pashaaa, Perfil? ¿Estáshh nervioooso?”, grita el jefe de Gabinete, Sergio Massa, sobre la explanada de la estación fluvial de Tigre. Enseguida, lanza una carcajada. Lo acompañan su mujer, Malena Galmarini, candidata a concejal por el distrito, y sus dos hijos Milagros, de 6 años, y Tomás, que, casualmente, ayer, cumplió 4 años.
Como si fuera un ritual, Massa y su esposa participan al menos de tres actos cada fin de semana. La lancha de pasajeros, atiborrada de funcionarios locales y periodistas, parte rumbo al Parque Recreativo El Alcalza, en la intersección del Río Sarmiento y Luján. Es el primer tramo del trayecto. La conversación con el intendente en uso de licencia y su esposa transcurre allí.
—¿Habrá más intervención del Gobierno en la economía luego de los comicios?
—No, sólo cuando sea necesario.
—Con la pelea con Techint, ¿hay un giro en la estrategia electoral contra el empresariado?
—Hay que cuidar a las empresas argentinas. Tenemos que seguir el modelo brasileño que tiene un fondo de aporte previsional que sirve para motorizar su economía. Tenemos que lograr que ANSES sea lo mismo.
—¿Asumirá la banca si es electo diputado?
—Voy hacer lo que me pidan los vecinos de Tigre.
—Ya fue electo como legislador en 2005, y no juró...
— Será porque la gente cree que es más importante el trabajo que puedo hacer como miembro del Poder Ejecutivo.
Galmarini no piensa distinto. “Quiero que Sergio sea feliz con lo que tenga ganas y puede serlo, haciendo cosas por su país, por la provincia o su municipio”, admite su mujer aunque reconoce que, en algunas ocasiones, la política le provoca “muchos sacrificios” en su vida familiar.
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