Las llamadas “acciones ejecutivas” no son otra cosa que asesinatos llevados a cabo por los servicios de inteligencia de un país con la autorización expresa del propio gobierno, anteponiendo a la moral el “bien del país”, “el derecho del Estado a defender su propia supervivencia”, como “la última acción judicial que el Estado puede ofrecer” o sencillamente como “acciones que la gente no entiende y que son llevadas a cabo para defender el estilo de vida americano”. Existen dos expresiones que se han hecho corrientes en el lenguaje de los servicios de inteligencia de todo el mundo: “orden ejecutiva” y “acción ejecutiva”.
“Orden ejecutiva” es la expresión utilizada por el presidente de los Estados Unidos para ordenar un asesinato o secuestro a la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La “acción ejecutiva” es la operación de asesinato o secuestro llevada a cabo por los ejecutores de la CIA cumpliendo esa “orden ejecutiva”. Con el paso de los años estas dos expresiones ya forman parte del vocabulario común del resto de los servicios secretos.
Desde hacía décadas la “acción ejecutiva” se convirtió en una herramienta más de los soldados de las sombras o espías. En nombre de una bandera, de Occidente, del comunismo, de Israel, de la causa árabe o del estilo de vida americano, los diferentes servicios de inteligencia del mundo llevaron a cabo de forma quirúrgica acciones encaminadas a ejecutar a un objetivo enemigo con el visto bueno del gobierno en cuestión.
Del libro El Polonio... de Eric Frattini.