En un artículo publicado hace unos días en Página/12 y bajo el título "Panamá y la paz social", Mempo Gardinelli sugiere un análisis sobre dos hechos de dominio público reciente: por un lado, las revelaciones de la investigación sobre los "Panamá Papers" que involucra una lista de políticos entre los cuales se encuentra el actual presidente Mauricio Macri y por otro, los casos de corrupción en los que aparece como imputada la ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En cuanto a los "Panamá Papers", Gardinelli revisa en forma sumaria el avatar de aquellos líderes mundiales que debieron renunciar a sus funciones ante el descontento popular que generaron sus vínculos con cuentas off-shore. Tal, la destitución de Petró Poroshenko y de Sigmundur Davíð Gunnlaugsson como primeros ministros de Ucrania e Islandia respectivamente.
El uso de tales ejemplos podría reducirse a un simple registro informativo si es que en su organización -como cita- no hubiese un agregado que implica la producción de una creencia como forma de poder. Y es por ello que el texto de Mempo Gardinelli adquiere importancia política.
Para entender el uso de la cita como reiteración de una forma concreta de poder, basta con remitirnos a nuestra vida cotidiana. Si pensamos en las rutinas diarias, podemos observar que todos hacemos más o menos las mismas cosas en horarios socialmente determinados: despertamos, desayunamos, trabajamos, almorzamos y distribuimos el tiempo de ocio en actividades más o menos parecidas.
Tenemos entonces que a diario, reiteramos rutinas que son comunes a cada uno de nosotros pero que además, se extienden sobre el conjunto.
Así es que se imponen sobre todos, pero es por medio de cada uno de nosotros - en la reiteración del hacer social - que adquieren poder para regularnos y al mismo tiempo imponer un orden social que aparece como único orden posible: la sociedad capitalista.
En síntesis, sabemos, por una parte, que la cita condensa una configuración de poder y, por otra parte, que la reiteración de la cita establece un límite para lo pensable. Impone una realidad. No deja alternativas: las cosas son así y no pueden ser de otra manera.
Ahora bien, identificado el mecanismo por medio del cual se materializan las relaciones de poder, es posible entender porqué- Mempo Gardinelli - trae como cita las renuncias de Poroshenko en Ucrania y de Gunnlaugsson en Islandia.
En primer término, porque la destitución de Petró Proshenko y Sigmundur transforman la renuncia al cargo como una exigencia legal para cualquiera de los líderes políticos vinculados con cuentas off-shore. Y porque sólo en su reiteración como cita, Gardinelli hace funcionar esta configuración de relaciones - que selecciona a su gusto y organiza previamente - como una explicación de lo real.
Así pensado, dos casos que pueden resultar accidentales, se introducen como cita de una legalidad que se construye en la explicación.
En segundo término, porque sólo haciendo uso de esa cita es que Mempo Gardinelli puede transformar en una exigencia legal la renuncia de Mauricio Macri al cargo de Presidente de la Nación.
En último término, porque sólo desde esta construcción de legalidad, la continuidad de Mauricio Macri como mandatario tanto como la imputación de la ex-presidenta Cristina Kirchner pueden explicarse como resultado de una conjura peligrosa e irresponsable.
¿Cuál es la función de esta construcción discursiva propuesta como una explicación?
Si se revisa el texto, existe la incorporación de un argumento que refuerza por un lado, la ilegalidad supuestamente manifiesta de quienes protegen a Mauricio Macri del proceso de destitución - que sólo Gardinelli ha transformado en una exigencia - y por otro, que hace de la imputación de la ex-presidenta un caso de persecución política.
Según Mempo Gardinelli, el resultado de lo que define como una "conjura mentirosa e irresponsable", estaría a cargo de "un circo mentimediático, de servijueces y servifiscales" que tendrían no sólo la responsabilidad de proteger al presidente Macri de un proceso de destitución sino que además, la de pergeniar la persecución política y judicial de la ex-presidenta Cristina Kirchner.
Por lo pronto, la narrativa propuesta como explicación, reduce las pruebas sobre actos de presunta corrupción y administración fraudulenta - llevados a cabo durante la última década de gobierno bajo la administración del matrimonio Kirchner - a una confabulación entre la justicia, el poder político y los medios de comunicación.
Para abordar el problema, Gardinelli hace uso de la tradicional tesis conspirativa que divide a la historia entre buenos y malos; y en donde los malos generalmente se apropian del Estado y hacen abuso del poder. Esto es llamativo pues, la derrota del kirchnerismo en el último ballotage presidencial también fue alumbrada por el sesgo conspirativista. Así es que, militantes sociales, políticos e intelectuales adherentes al movimiento político, señalaron a la ciudadanía como únicos responsables de su derrota.
Sin más, la tragedia argentina - para Mempo Gardinelli - se reduce a una conjura en la medida que no se favorece la voluntad de quienes abogan por el fracaso de la actual coalición de gobierno; se insiste en demostar hechos de corrupción manifiesta durante la última década de gobierno kirchenerista; se legitiman los resultados del último ballotage, así como se festeja un proceso electoral más, dentro del parámetro democrático.
Por todo y sin hacer uso de la tragedia como metáfora, pero con lucidez suficiente para despejar razonamientos confusionales en un río revuelto, dos luces rojas deben encenderse: la primera, es aquélla que alerte sobre el uso de la tesis conspirativa para explicar la historia, que supo debilitar procesos democráticos y erosionar la legitimidad de gobiernos elegidos por el pueblo. La segunda, es la que debe ejercer vigilancia epistemológica en la medida que se echan al ruedo conjuras explicativas.
(*) Socióloga (UBA - UNPSJB)