Una semana después de que la Presidenta inició su reposo para recuperarse de la intervención quirúrgica, la oficina de ventas de Cablevisión, empresa del Grupo Clarín, recibió un llamado inesperado.
Desde la Residencia de Olivos requerían la instalación del servicio de TV por cable más una conexión de banda ancha de Fibertel.
El pedido es sorprendente. No sólo por la guerra que enfrenta al Gobierno y al Grupo sino porque fue justo a mediados/fines de octubre cuando los operadores del Gobierno comenzaban a dejar trascender que la Presidenta nuevamente empezaba a mirar televisión.
Y también porque se supone que mientras el kirchnerismo busca desmembrar a una empresa que incumple la Ley de Medios, en la residencia presidencial contratan sus servicios.
Hay que reconocer que no está confirmado cuántas conexiones ni en cuántas dependencias o ambientes de Olivos hay servicio de cable de Clarín, pero resulta casi una provocación la particular contratación por parte de la Quinta desde donde se recupera y desde donde gobernará en las próximas semanas Cristina.
No es el único antecedente, Martín Sabbatella, titular de la Afsca, el organismo que ejecuta “los mandamientos” de esa Ley de Medios, tuvo hasta principios de año Cablevisión en su domicilio personal de Morón.
En una entrevista que le dio a PERFIL el 25 de noviembre de 2012 había prometido que el 8 de diciembre de ese año, un día después del plazo para que Clarín se ajustara a la ley, iba a “desconectarse” del servicio.
Finalmente lo hizo, pero recién en marzo de este año, tres meses después de lo que había prometido.