—¿Cuál es su versión sobre las controvertidas fotos suyas en Punta del Este?
—No estuve parando en ningún hotel de Punta del Este. Estuve en Maldonado con varios amigos. Hace entre ocho y nueve años que voy al Uruguay. Me pareció muy chocante que se me cuestione porque estuve en un recital en Punta del Este. Es más: no estuvimos dentro del Conrad, sino en el garaje, donde se montó un escenario. Y esto de incriminarme porque me comí un pancho fue algo injusto. ¿Por qué no nos sacamos la careta y dejamos de ser hipócritas? Porque muchos de los que dijeron “Milagro en Punta del Este” son los que este año se están cuidando porque hay elección. Pero, ¿por qué no revisamos a dónde fueron de vacaciones años anteriores? Nos quedaríamos horrorizados. Algunos me relacionaban con el menemismo, y una de las personas que combatió al menemismo fui yo. En Jujuy, el menemismo nunca pudo hacer un acto. Ni el mismo Menem.
—¿Su primer reflejo al ser fotografiada fue esconderse?
—No. Si me hubiese querido esconder, no me habría puesto a saltar. El que hace llegar esa foto debió mandarla completa. Había que ver cuando yo estaba muy adelante; no nos quisimos sentar y nos paramos adelante y comenzamos a saltar un pogo en pleno recital de Charly García. Había varios fotógrafos. Incluso había un muchacho que filmaba continuamente. Y no me filmaba tan sólo a mí, sino a todo el público. Insisto: si me hubiese querido ocultar, no me habría puesto adelante a saltar pogo. La verdad es que me he sentido feliz porque era la primera vez en mi vida que iba a un festival.
—¿Le gusta Charly García?
—No tengo todos los discos de Charly, sino que hay algunos temas que me gustan mucho. Nunca pude ir a un recital. No soy de salir a los bailes. A las altas horas de la noche prefiero desarrollar mi energía en la organización, y no andar tonteando por ahí.
—Dice que hace muchos años que va al Uruguay. ¿Siempre a Punta del Este?
—No. Nosotros caemos por Maldonado, y de ahí nos vamos caminando para el fondo…
—¿Para La Paloma?
—Para La Paloma, o nos vamos a Punta. Mi marido tiene un primo en Punta del Este que tiene una casa artesanal, y tiene un primo camarista. Y estuvimos con ellos, charlando. Yo creo que la sorpresa de muchos es: “¿Cómo es que Milagro tiene familia por parte del marido en Punta del Este?”. Punta del Este es una ciudad como cualquier otra para mí. Yo estuve unas horas, nada más. Fuimos a ver la familia y justo vimos lo del recital y bueno: “Vamos, vamos…”. Los chicos se burlaban porque cuando comenzamos a juntar la plata, decían: “Vos sos la mamá, pagá vos”. Y justo apareció un amigo de mi marido que nos hizo pasar.
—Usted contó que sabía que algunos querían desprestigiarla (N.d.R.: Luis D’Elía, a quien no desea mencionar). Quien tomó la foto, ¿pudo haber tenido ese objetivo?
—No sé. La nota que sacó el periodista no me molestó, sino que me ha inquietado. Pero es como que uno tendría que pedir disculpas porque fue al Conrad a ver un recital. Y no hay razón para que tenga que hacer eso. Después nos llamó nuevamente el periodista de Punta del Este y me dijo que me quería hacer una nota, y entonces yo le dije: “Mirá, si vos me hubieses hecho una nota preguntándome por qué yo estaba ahí, yo no tenía problema de abrirme; es más, te hubiese invitado a la casa donde alquilamos. Pero vos primero hiciste la nota y después venís y me preguntás por qué”. Estuvimos con mucha gente conocida saltando, contentos, la verdad, porque en momentos que a veces uno está libre con la familia, uno se siente bien. Y tampoco estuve con mis hijos, porque mi hija estuvo en Brasil. Mi hija es del Seleccionado, acá, de handball, y fue a una competencia en Brasil. Salieron terceros.
—La información que circula es que alquiló una casa del condominio Marina del Este en Punta Ballena a la inmobiliaria Punta Ballena.
—Sí. Alquilamos el grupo de amigos. Todos pusimos plata.
—Y que la casa se pagó 10 mil dólares por la primera quincena de enero.
—No, fue menos y éramos cuatro matrimonios (le alcanzan un papel con las cuentas: pagaron 28 mil pesos, 7 mil dolares, entre cuatro matrimonios, 7 mil pesos cada uno).
—Usted dijo: “¿Por qué una colla no puede ir al Conrad?” ¿Puede ampliarnos esa idea?
—Como que nos estuviesen diciendo que los negros no podemos pisar esos lugares que pisa cierta parte de la sociedad. A mí me agarró, no bronca, pero sí molestia. ¿Por qué no podemos estar ahí si nosotros no robamos a nadie?
—¿Es racismo?
—Sí, porque ahí nos cruzamos a varios correligionarios, de los que nadie dijo nada.
—Si son peronistas, mientras sean blancos, no pasa nada.
—Exacto.
—¿Por el color de su piel?
—Exacto. “¿Qué tiene que hacer ella acá entre medio de nosotros?” ¿Por qué no puedo? A nosotros, los abuelos de los pueblos originarios nos enseñaron que antes no éramos América, no era Argentina, no era Chile, no era Uruguay, no era Brasil. Era todo una sola Abya Yala (nombre que le dan al continente americano organizaciones, comunidades e instituciones indígenas y que significaría “Tierra en plena madurez” o “Tierra de sangre vital”).