La intervención del polémico Guillermo Moreno en el INDEC no sólo logró “bajar” la inflación y el costo de vida como por arte de magia. Ahora promete destruir la credibilidad del Censo poblacional, madre de todas las estadísticas oficiales, y una de las razones por las que fue concebido el organismo en diciembre de 1970.
El operativo se pondrá en marcha luego de nueve años, una excepción a la regla (normalmente se hace cada una década) para hacerlo coincidir con el bicentenario, y demandará una inversión estatal superior a los 80 millones de dólares. Pero tal como están las cosas el censo parece destinado al fracaso.
Es que a diferencia de las muestras anteriores, no hay preparativos previos y el INDEC carece de recursos humanos, ya que la mayoría de los técnicos especializados fueron desplazados por Moreno.
Para colmo de males se presume que los datos serán procesados por un grupo reducido de personas. Esto hace sospechar que los números oficiales podrían ser manipulados, como ha ocurrido con el resto de los indicadores
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