El empresario Fernando Combal, una presunta víctima de los "negocios paralelos" de la última dictadura, murió el miércoles pasado, apenas días después de que un tribunal oral cerrara, 28 años después, el último capítulo de la historia de su secuestro en 1979.
El 8 de marzo último, los integrantes del tribunal oral número 13, Adolfo Calvete, Diego Leif Guardia y Enrique Gamboa, aceptaron un pedido del fiscal Julio César Castro y declararon extinguida la acción penal por prescripción en contra de Combal y de Alberto Santarrosa, ambos imputados por el delito de "falso testimonio".
Esa causa se originó allá lejos, en setiembre de 1979, cuando Combal -por entonces dueño de una financiera en la época de la "plata dulce"- fue secuestrado al detenerse el taxi el que viajaba en Santa Fe y Aráoz, de esta Capital.
Combal pagó un millón de dólares y recuperó la libertad; su caso quedó registrado como uno de los "negocios paralelos" que tenían algunos integrantes de los grupos de tareas de la última dictadura.
Por el secuestro estuvo imputado y pasó siete años preso el ex agente de inteligencia Leandro Sanchez Reisse, quien finalmente resultó absuelto en esa causa.
El juez que lo absolvió, Eduardo Daffis Niklison, dispuso entonces extraer testimonios para que se investigada la conducta de Combal y Santarrosa, y así la causa recorrió todo el espinel judicial hasta arribar al juicio oral.
El miércoles, a los 74 años de edad, Combal falleció victima de un infarto, aunque fuentes cercanas al empresario dijeron que padecía problemas de salud desde hacía un tiempo.
Su ex abogado, Pablo Argibay Molina, relató a la agencia de noticias la agencia DyN que "Combal no podía entender que se hubiera puesto en duda que había sido secuestrado por agentes de la dictadura, no se explicaba cómo nadie entendía cómo funcionaba este sistema en 1979".
"Combal tenía un agujero en una rodilla que le habían hecho durante una sesión de tortura con una soldadora. El stress del juicio debe haberle afectado gravemente a su salud", concluyó.
Fuente: DyN