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Néstor Kirchner: psicología de un hombre al límite

Qué tiene en la cabeza. Las discusiones con Cristina. El peligroso plan de la "renuncia épica". Dos funcionarios hablan de su su lógica implacable.

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| Cedoc

Fallas de diagnóstico. Pérdida del rumbo. Inseguridad. Nerviosismo. Soledad. Autodefensa. Irascibilidad. Todo eso se acumuló detrás de la decisión que cambió por completo el escenario político y económico del país. Néstor Kirchner jugó a adelantar cuatro meses las elecciones legislativas presionado por un cuadro anímico bastante alejado de la intuición del líder que se realimenta del sentimiento de las masas o de la frialdad del estratega florentino que mueve sus piezas con visión de futuro, los dos clásicos perfiles históricos que diferencian los modos de ejercer el poder. No hubo en este caso póquer ni ajedrez; apenas un jugador acorralado que "racionaliza" su incipiente decadencia.

"Kirchner se enamoró del personaje que cree representar, el que va a cambiar la historia"
, comenta, fastidiado, un legislador nacional, todavía leal, que lo conoce como pocos. "Se siente acorralado; si pierde, se va", apuesta. No resiste la idea de haber fracasado en el intento. "Ya no estoy para el 2011, vos tenés que seguir con este modelo", conmovió Kirchner a Daniel Scioli poco antes de la derrota en Catamarca.

¿Quién será Kirchner? ¿Él mismo o su personaje?
El personaje se presenta como infalible, manda y controla todo, desconcierta a sus rivales y atemoriza y extorsiona a sus súbditos. Ese parece ser su mundo interno, en el cual no hay espacio para otros que no sean subordinados o enemigos. Hay una excepción y es su familia. Aunque no está claro si además del afecto que siente por Cristina Fernández, su esposa, también la incluye -en el plano político- como subordinada suya.

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