Los setenta fueron años tan complejos y despiertan tanto interés en la gente que es bueno que sigan saliendo libros, películas y documentales tratando de explicarlos. Por ejemplo, la película/documental "Norma Arrostito, La Gaby", que se está dando en el Malba, acá en Buenos Aires, sobre una de las figuras más destacadas de Montoneros, un "bronce", la única mujer, por lo que se sabe, que participó en el secuestro y fusilamiento del general Pedro Aramburu, en 1970.
Claro que es una película hecha desde y para la militancia setentista, en la que más que explicar a un personaje y a su grupo se trata de justificarlos plenamente, a veces de manera demasiado simple: por ejemplo, se dice que los montoneros están a favor de la lucha armada pero en la película no colocan ninguna bomba ni, mucho menos, matan a nadie, salvo a Aramburu, un hecho que es presentado como un "ajusticiamiento", como el resultado de un juicio justo.
Son casi ángeles, en franco contraste con sus enemigos, tanto los que también pertenecían al peronismo, como los sindicalistas y los miembros de la Triple A, como los miembros de las patotas del terrorismo de Estado, luego, durante la dictadura militar.
Es por eso que buena parte de la película ocurre en las mazmorras de las ESMA, donde, como se sabe, los marinos de la dictadura armaron un campo de detención y tortura de montoneros, a muchos de los cuales terminaron asesinándolos.
En una escena, Norma Arrostito le dice a una compañera detenida que hay que ella espera morir como "una verdadera montonera". Surge la idea de que el calvario del terrorismo de Estado redime a sus víctimas de todos los errores políticos y de todos los crímenes que pueden haber cometido. Es una idea muy católica: sufrir para ser redimidos, pero es una idea falsa en los asuntos terrenales de la política y de la lucha armada. Esos sufrimientos despiertan la solidaridad con las víctimas y el deseo de que se haga justicia con los victimarios pero no hace olvidar todas las macanas cometidas por la guerrilla.
Y esa idea es un problema también porque opaca la figura de "La Gaby", le quita toda la luz que al parecer ella tenía. La película nada dice de su temprana militancia en el Partido Comunista; de su adiestramiento político y militar en Cuba junto a su pareja de entonces, Fernando Abal Medina; de su capacidad analítica y de la ternura que destilaba. Todo eso no sirve a los fines de los guionistas, que se han obstinado en presentarla como un icono de la militante montonera, con una entrega a toda prueba, con ideales superiores que la hacen renunciar hasta a tener hijos, pero sin ninguna pizca de autocrítica, sin capacidad política para comprender los errores que ella y su grupo estaban cometiendo, que contribuyeron al baño de sangre que nos salpicó a todos.
*Editor jefe de PERFIL y autor de "Operación Traviata, ¿quién mató a Rucci?".