En Parque Norte, el kirchnerismo se siente como en casa. Quedó demostrado semanas atrás cuando el Congreso del PJ ungió a Kirchner como tácito presidente del partido, y hoy se corroboró en el multitudinario acto de respaldo a Cristina Fernández de Kirchner en su lucha contra el campo, tras 15 días de paro agrario.
Desde temprano, los colectivos peronistas (intelectuales y de los otros: los "bondis", más de cien seguro) coparon el centro de conferencias, llegados desde el conurbano bonaerense y otras localidades de la provincia, cargados con bombos, banderas y las gargantas entonadas para cantar y arengar a la presidenta.
"Fuerza Cristina", decía una pancarta gigante en la entrada. "¿De qué se queja el campo?", se preguntaba un panfleto. "No aflojes Cristina", pedía un volante celeste y blanco que llovía a cada momento. La entrada al salón fue caótica: los más "light" desistieron en su intento de acercarse al escenario; los "pesados", encabezados por un bloque humano del gremio de camioneros, rompieron filas y saltaron la valla, enfrentándose a la seguridad. En definitiva, fueron los moyanistas los que marcaron el compás del acto y los que permitieron el paso de banderas, bombos y redoblantes.
D'Elia y Pérsico, las dos caras visibles de los conflictos en la Plaza de Mayo, controlaban a los manifestantes para que no se avalancen contra el escenario, sentados junto a los gobernadores, ministros, al vicepresidente y al ex presidente Néstor Kirchner, que disfrutaba cada momento del acto.
"Patria sí, colonia no", empezaron a cantar los militantes mientras se abrían paso entre las personas sentadas, que los miraban con cara de espanto (a pesar de ser todos "compañeros"). "Olé olé, olé, ola... ¿si este no es el pueblo, el pueblo dónde está?", repetían. "Ponga huevo Presidenta vaya al frente", interrumpían durante el discurso, generando una broma de la mandataria: "Cambien, en honor al género, esa canción", dijo.
"Levanten el paro para dialogar", proclamó Cristina, y el salón explotó en gritos, cánticos y aplausos. La Presidenta sonreía y con su palma golpeaba el atril acompañando el ritmo. Sin embargo, su rostro sudado no podía ocultar las últimas 48 horas y mostraba el cansancio y la tensión vivida estos dos días, luego de dos cacerolazos en su contra. Fue un día bien kirchnerista, con militancia llevada hasta Parque Norte, para demostrar que el Gobierno tiene quién lo defienda de los salvajes ruralistas, y una primera plana de gobernadores K, para exhibir su poder federal. Un capítulo más de la guerra gaucha que, por ahora, no tiene definición.
(*) Redactor de Perfil.com