La noticia apareció en todos los medios. Un afortunado abuelo ganó 5 millones de pesos en una sola jugada en las máquinas tragamonedas del Hipódromo de Palermo. Según comunicó la propia empresa, se trató del "pozo más grande de Sudamerica".
La pregunta, entonces, es ¿cómo puede darse el lujo el empresario Cristóbal López (administra esa sala junto a Federico de Achával) de dar un premio semejante? La respuesta aparece cuando uno va a las cifras que maneja: El Hipódromo factura más de 4 millones de pesos por día, según el libro El Poder del Juego. El gran negocio de la política argentina.
Esta sala de juego, que es la envidia de todo los empresarios del rubro, tiene 4.500 tragamonedas y factura unos 1.500 millones de pesos al año. El 27,5 por ciento está en manos de Casino Club, y el resto se lo dividen entre HAPSA y CIRSA. Todos son datos de la propias empresas.
López no fue un improvisado a la hora de hacer negocios en Palermo. La concesión del lugar la había obtenido en 1992 Achával, hombre del turf y uno de los principales accionistas del Banco Columbia.
El 12 de septiembre de 2002 Lotería Nacional firmó la resolución 99/02, en la que se autorizaba a la empresa Hipódromo a explotar máquinas tragamonedas.
En un primer momento las máquinas fueron setenta. El 21 de julio de 2004, Lotería Nacional amplió el permiso hasta un máximo de 3.000 slots, tope que se mantuvo hasta la firma del famoso decreto de Néstor Kirchner em 2008, por el cual se instó a los empresarios a "incrementar" las máquinas hasta 4500.