El presidente de Argentinos se ríe una sola vez. Lo hace al final de la entrevista, apenas el grabador se apaga. “Tratanos bien en la nota. Mirá que si no te mandamos a la barra brava.” Este empresario de 64 años, dueño de una pequeña cadena de farmacias, recibió a PERFIL en la sede de la entidad, que maneja desde hace más de cuatro años.
—¿Cómo hizo Argentinos para crecer tanto en los últimos años? Un estadio nuevo, un predio en Flores, canchas modernas, un microestadio...
—Administramos bien los recursos. Tenemos un pasivo de 20 millones de pesos, pero está ordenado. Y en los balances de este año hay ganancias por ocho millones. Se dicen un montón de mentiras sobre las obras. Del microestadio se llegó a decir que estábamos lavando dinero, cuando en realidad fue un trato muy ventajoso para el club.
—Un ex inspector porteño denunció que el estadio no se encontraba en condiciones de ser inaugurado y que recibió presiones de sus jefes, que venían de Alberto Fernández, para que lo habilitara...
—Es mentira. Ese inspector dijo que había dejado asentado en el libro viejo de inspecciones del estadio que no estaba conforme con la habilitación. Yo busqué el libro y lo puse a disposición, y no decía nada.
—¿Cuánto hace que conoce a Alberto Fernández?
—Lo conocí hace unos diez años, cuando yo era candidato a presidente de Argentinos, en 1995. Me lo presentaron, hablamos de la institución, de la política, del futuro.
—¿Son amigos?
—Tengo una buena relación con él, pero no somos amigos. Empecé a tener un trato más asiduo cuando asumí la presidencia del club.
—¿Se encuentran seguido?
—Muy pocas veces. A veces quedamos en juntarnos y después no se da. Yo entiendo que él tiene problemas mucho más graves que hablar de Argentinos. Lo veo cuando viene a la cancha.
—¿Va todos los domingos?
—Cada vez que puede. Cuando viene, le damos un palco para él solo y, por supuesto, no le cobramos nada. Hace unos dos años trajo al hijo del Presidente, Máximo Kirchner. Y otra vez vino con el ministro del Interior, Aníbal Fernández.
—¿De qué habla con el jefe de Gabinete?
—De fútbol. Aclaro que él nunca me dio nada, porque yo nunca le pedí nada. En todo caso, nosotros le dimos a él más de lo que nos dio a nosotros.
—¿Por ejemplo?
—(Sonríe) No, lo digo en chiste, porque nos pide remeras de los jugadores muy seguido.
—Una versión indica que viajaron barrabravas del club al Mundial de Alemania, gracias a una gestión de Alberto Fernández...
—Mentira. No viajó ni un solo barra del club.
—Dice que no son amigos, pero lo invitó a la inauguración del estadio y le pidió que diera el puntapié inicial...
—Bueno, lo invitamos porque es el jefe de Gabinete y es hincha de Argentinos. ¿Qué tiene de malo?
—Además, Alberto Fernández eligió la sede del club para hacer el acto de cierre de la última campaña electoral. ¿Por qué justo eligió ese lugar?
—No sé, pregúntenles a ellos.
—Es llamativo que haya elegido el club para cerrar la campaña...
—Le cobramos un canon simbólico, cinco mil pesos. Está bien, Fernández cerró la campaña en mi club. Pero también poné en la nota que le cedí el mismo lugar a Telerman (entonces vicejefe de Gobierno porteño) para que hiciera un acto con gente carenciada en la Nochebuena del año pasado.