Pueden sonar parecido y sus nombres científicos no permiten distinguir si presentan diferentes grados de severidad a un lector no especializado. Pero un carcinoma papilar y un adenoma folicular de tiroides son dos patologías distintas con pronósticos bien diferentes.
Para empezar, el primero es sinónimo de cáncer y el segundo, en cambio, no es más que un tumor benigno.
Con todo, en ambos casos la decisión médica al comprobar la presencia de cualquiera de ellos suele ser la extirpación completa de la glándula tiroides. Es que aunque el adenoma folicular está encapsulado y no presenta células cancerosas, se sabe que un pequeño porcentaje puede transformarse en maligno. Mejor prevenir que curar, sería el lema.
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