Ricardo Depresbíteris, al menos la cara visible del directorio de Covelia, corrió a recibir al líder camionero. Era mayo de 2010, durante un acto de inauguración de una planta de reciclaje de la empresa. Sin Hugo Moyano y su hijo Pablo, el festejo no empezaba.
Los directivos de la empresa habían dado la orden de aguantar lo que fuera para iniciar el acto, mientras centenares de camioneros mataban el tiempo con batucada y choripanes. Dos horas después, el jefe de la CGT subía al escenario. Ya hacía años que era señalado por intendentes y empresarios como presunto dueño de Covelia.
De la mano de Moyano, la empresa logró extenderse y pasó de una pyme a una de las principales empresas de recolección del país: ya opera en 12 municipios en la provincia de Buenos Aires, en el Mercado Central y en la ciudad de Buenos Aires.