Tiene una mirada seductora y una seguridad tan elocuente que disimulan ampliamente sus 21 años
recién cumplidos. Lejos de adoptar una postura soberbia y de renegar por ser el hijo de Ricardo
Darín, el “Chino” (Ricardito y Ricardo Jr. son sobrenombres que detesta) está feliz con
su primer papel en la televisión como Stuka en la tira de Canal 13, Alguien que me quiera.
“La estoy pasando muy bien y me divierto trabajando”, cuenta sonriendo y
moviendo levemente sus rulos, que confiesa estaría encantado de cortar aunque su personaje no se lo
permite. Obtuvo su papel vía casting como cualquier otro aspirante a actor y considera que la
portación de apellido no influyó. “Al principio no me sentía preparado para actuar, pero
ahora no me creo distinto a ninguno de mis compañeros. Me parece que eso de ser “el hijo
de” está sobrevaluado. Sólo en muy pocas situaciones noto la diferencia, como por ejemplo
cuando me cruzo a Adrián Suar en los pasillos de Pol-ka y lo saludo como un viejo conocido de la
familia”, revela.
-¿Por qué te sentías inseguro frente a la actuación?
-Como premisa general, nunca me siento preparado para hacer nada, no es que yo se lo haya
adjudicado a la actuación en particular (risas). De hecho, me parece raro cuando alguien se siente
listo para enfrentar algo completamente desconocido. Me resulta envidiable esa gente que se propone
hacer algo y lo hace. Yo soy más inconstante, no tengo tanta fuerza de voluntad. No me establezco
metas. No sé qué voy a hacer de mi vida en el futuro y me gusta vivir de esa manera, disfrutando el
momento. En mi forma de construir mi porvenir.
Lea la entrevista completa en la última edición de la Revista Luz.