Los políticos argentinos hacen un culto de cuidar las formas. Las formas "públicas", por supuesto, esas que se sostienen ante los flashes. En el día a día, en cambio, hacen tantísimas veces lo contrario de lo afrimado ante la prensa. Y en el Chaco acaba de trascender un episodio que, más allá de las explicaciones que se intenten en las próximas horas, representa un ejemplo de nepotismo e ineficiencia que insulta a los contribuyentes.
Sandra Marcela Mendoza, la esposa del gobernador Jorge Capitanich había renunciado (ante los flashes) a principios de este mes a su cargo de ministra de Salud del Chaco. Era el eslabón final de una cadena que incluía desde la mortal epidemia de dengue (negada hasta que era explosiva y enfrentada hasta con insecticidas vencidos para combatir a los mosquitos), a notorios desbordes emocionales. La ministra se había peleado prácticamente con todos, funcionarios, opositores, hasta con su esposo, como la noche en que se fue dando un portazo y chocó varios autos en un garage de la Gobernación. El hecho fue, obviamente, ocultado, pero la suma de sucesos terminó con Mendoza aparentemente "fuera del gobierno provincial".
"Voy a acompañar como militante", dijo emocionada Mendoza en la conferencia de prensa. Ya se decía que iba a ser candidata a diputada nacional por el peronismo chaqueño, en fin, nada nuevo bajo el sol. Pero en las últimas horas se conoció un decreto de Capitanich, el número 845 del 8 de mayo de este año, nombrando a su esposa como "personal de Gabinete" y sueldo de subsecretaria...
En los hechos, Sandra Mendoza nunca dejó, entonces, de ser funcionaria provincial y cobrar como tal. Que su gestión como ministra de Salud provincial no haya sido eficiente, es lo de menos, "Coqui" la nombró como "representante provincial en el Programa de Salud Familiar y Educación Para la Salud".
El que dio a conocer el curioso decreto fue el jefe de Bloque de la Alianza, Eduardo Siri, en la sesión en Diputados. Ahora llegaré el turno de las "explicaciones"... de lo inexplicable.