Marcelo Longobardi me invitó anoche a su programa en C5N para hablar sobre las presuntas irregularidades en el manejo de fondos por parte de una fundación de Madres de Plaza de Mayo. Cuando el bloque estaba terminando, llegó al canal Sergio Schoklender con evidentes ganas de hablar, pero un productor le explicó que el canal no les permitía repetir invitados y él ya había sido entrevistado el día anterior por Eduardo Feinmann. Schoklender se fue enojado a TN, donde participó del programa Palabras Más, Palabras Menos.
Hace bien Schoklender en preocuparse y en protagonizar semejante raid mediático, que inició el domingo con una entrevista en el diario Clarín: si se queda callado, corre el riesgo de que convertirse en el chivo expiatorio de esta triste historia, en la que un organismo que nació durante la dictadura para defender los derechos humanos está sospechado del uso fraudulento de subsidios públicos destinados a la construcción de casas para las personas más pobres de nuestra sociedad.
Schoklender tiene todos los atributos para convertirse en ese chivo expiatorio que liberaría del escarnio a las Madres, con Hebe de Bonafini a la cabeza, y al kirchnerismo. El es inteligente y bien articulado, pero cada tanto se le escapan gestos y frases que transmiten una imagen de frialdad y arrogancia, como cuando dijo que, si quisiera, ahora podría comprarse una Ferrari aunque, en realidad, prefería manejar un Porsche.
El kirchnerismo, ya sin ese audaz y fino estratega que era Néstor Kirchner, duda entre atribuir el escándalo a una conspiración de los medios de comunicación que no son kirchneristas, separar al gobierno de estas denuncias diciendo que se trata de un problema o de una interna en Madres, o atribuir todas las culpas a Schoklender redimiendo a Hebe de Bonafini y a sus Madres, las principales aliadas del Gobierno en el área de los derechos humanos.
Esta última alternativa parece, a simple vista, la más inteligente para el oficialismo, aunque no sería la más acorde con la realidad: como se ocupa de recordar el principal interesado en cada entrevista que le hacen, Sergio Schoklender no era más que uno de los apoderados de la fundación de las Madres y si manejó tanto dinero, sin ningún tipo de controles, fue por el pañuelo blanco de Hebe y sus compañeras.
Schoklender es un personaje importante en esta historia, pero no forma parte del grupo estelar, protagónico.
(*) Periodista, autor del libro “Operación Primicia”.