El nombre de Daniel Scioli no estará impreso en la boleta del Frente para la Victoria. Pero el gobernador bonaerense se convirtió en el principal adversario contra el candidato a diputado del Frente Renovador, Sergio Massa.
Ambos buscan neutralizar al otro en las elecciones de octubre para quedarse con el cetro de principal aspirante a suceder a Cristina Kirchner en 2015. Scioli ansía que Massa pierda o gane por poco para que emerja debilitado de los comicios. El tigrense necesita triunfar con claridad para convertirse en el favorito de cara a las presidenciales. Los dos protagonizan una áspera contienda subterránea.
El sueño presidencial del candidato del Frente Renovador se sacudió cuando el gobernador anunció que se pondría al frente de la campaña para restarle votos a Massa.
Estos dos dirigentes son, junto a Cristina Kirchner, quienes mejor miden en las encuestas y, por ello, buscarán en estos comicios quedarse con el liderazgo del peronismo. En los próximos días, Cristina Fernández y Scioli comenzarán a incursionar en el territorio de Massa. El punto de partida será un acto en Pilar.
Aunque ahora estén enfrentados, Scioli y Massa negociaron una alianza hasta el 21 de junio. Pero el gobernador decidió no romper con lo K. Scioli volvió a levantar el teléfono para reunirse con el intendente el mismo día del cierre de listas, pero Massa le contestó: “Hoy cierran las listas, si no tenés una decisión tomada, no quiero perder más tiempo”. Ese día arrancó la competencia entre ambos.
Reconciliación. La ruptura de Massa con el Frente para la Victoria dejó atrás meses de pelea entre la administración nacional y Scioli. Desde la Casa Rosada recibieron con entusiasmo a un gobernador dispuesto a pelearle voto por voto la primera sección electoral en donde Massa aspira a sacar la diferencia más amplia.
Es la primera vez que durante el mandato de Cristina se siente contenido. Es escuchado y aconsejado por el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, y hasta se reconcilió con el vicepresidente, Amado Boudou, a quien visitó en su despacho el último lunes.
Con la re-reelección de la Presidenta cada vez más lejos, es el propio kirchnerismo quien hoy no descarta apoyar a Scioli en la sucesión. “Massa representa al establishment financiero, al Grupo Clarín, Scioli parecía que también, pero decidió quedarse de este lado. Parrilli le pidió que no altere a la Presidenta con fotos ni encuentros con opositores. Depende de él que lo apoyemos para 2015”, explicó a este medio un funcionario nacional.
Para mantener sus aspiraciones presidenciales intactas y no tener que competir contra Massa, Scioli cree que el intendente de Tigre debe perder estos comicios o incluso ganarlos, pero por menos de cinco puntos. Si el margen de victoria es estrecho, Scioli lo comparará con Francisco De Narváez, quien también se alzó con una victoria contra el Gobierno en 2009, y lejos de convertirse en el líder del peronismo hoy aparece disputando el tercer lugar con el Frente Progresista. Por el momento, para tapar las internas en el sciolismo que generó la decisión de no jugar contra los K, Alberto Pérez los reunió ayer para revivir el sueño presidencial y motivarlos en esta campaña.
Scioli y Massa se conocieron en 1996. Aunque siempre hubo celos y desconfianza, ambos tenían una relación de amistad. En 2007, cuando Scioli debió mudarse al territorio bonaerense para ser candidato, buscó junto a Massa un terreno en Tigre. Allí edificó su búnker, Villa La Ñata. Pero la relación comenzó a resquebrajarse en 2009 y se terminó de romper el 22 de junio, cuando el intendente de Tigre se inscribió como candidato.
Scioli esconde ahora las conversaciones que mantuvo hasta último momento con Massa, en las que se mostraba dispuesto a romper con el kirchnerismo. “Scioli nos cagó”, repetían en el despacho de la intendencia de Tigre quienes hasta el último minuto se esperanzaban con este binomio.
Ahora son adversarios.