"La caja" es una frase repetida en la era kirchnerista. El gobierno nacional ha conquistado numerosas "cajas" (los fondos de la ANSeS, la más grande) y con "La caja" impone su poder a las provincias, al aumentar o reducir el envío de fondos.
Quienes más sufrieron ese poder en los últimos meses fueron dos gobernadores originalmente kirchneristas, siempre leales al Modelo, pero a los que el oficialismo ha decidido castigar por algún motivo: el bonaerense Daniel Scioli y el santacruceño Daniel Peralta.
Scioli es un caso de maltrato ejemplar: el kirchnerismo le envía fondos y lo respalda en años electorales, cuando necesita del caudal de votos peronista en el distrito más grande del país, y lo desprecia cuando ya no lo necesitan y el ex vicepresidente de Néstor Kirchner empieza a mostrar sus aspiraciones presidenciales.
La clave son los fondos que la Nación debe, por ley, enviarle a las provincias pero que a veces "olvida" transferir: coparticipación, obras públicas (aún controlados por un Julio De Vido caído en desgracia), jubilaciones y subsidios, entre otros. Esos fondos muchas veces igualan o superan el presupuesto de la provincia que "controla" el gobernador, pero no son "adicionales", sino necesarios para la gestión.
Lo admitió la misma Presidenta Cristina Fernández de Kirchner por cadena nacional: “En 2011, los fondos nacionales transferidos a la provincia de Buenos Aires por coparticipación, obras públicas, jubilaciones, subsidios, todo lo que significa ejecución del presupuesto nacional, fue de $ 136.296 millones, un 130% más que el presupuesto total de la provincia”, sostuvo.
Así, justificó que le enviara 1.000 millones de pesos en lugar de los 2.800 millones que esperaba Scioli para pagar los aguinaldos de los empleados estatales. La reducción obligó al gobernador a pagar el aguinaldo en cuotas, lo que desató una crisis en la provincia que, desde el kirchnerismo, no se apuraron por apagar.
El otro Daniel. Más de 2.500 kilómetros al sur de Buenos Aires, en Río Gallegos, la situación es similar. El oficialismo tiene una relación de amor-odio con todos los sucesores de Néstor Kirchner en la gobernación, y el mandatario actual, Daniel Peralta, no es la excepción.
Santa Cruz es una de las provincias más dependientes de la Nación: los fondos que le aporta la Casa Rosada superan los de su propio presupuesto, y son necesarios para pagar el 20% de las jubilaciones, según el portal de noticias local OPI Santa Cruz. Además, con un gran porcentaje de los trabajadores en empleos estatales, todo déficit presupuestario afecta a gran parte de la población.
Fue así que a fines de 2011 se desató una crisis política en toda la provincia al sumarse los reclamos de docentes y petroleros, los dos gremios santacruceños más importantes. El kirchnerismo, en lugar de rescatarlo, dio por perdido a Peralta y la versión local de La Cámpora se dedicó a minar aún más su poder.
El gobernador pasó la crisis política eligiendo nuevos ministros, pero aún sigue sufriendo el desprecio de la Casa Rosada y, sobre todo, la falta de fondos. Si Scioli tiene aspiraciones presidenciales, la principal preocupación de Peralta, como tantos otros, es llegar a fin de mes.